La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dos en la carrera / kilómetro 20

El Oviedo se suelta

La espléndida progresión azul le acerca a la cabeza, mientras el Sporting no logra recuperar la eficacia perdida

Cuando la maratón de la Liga de Segunda División está a punto de alcanzar la mitad de su recorrido, el aspecto de la carrera ha dejado de ser el de un pelotón para adquirir la forma de fila india, señal de que el ritmo se ha avivado. Lo marca el sorprendente Huesca, erigido en líder. Y entre sus perseguidores destaca el Oviedo, cuya progresión espectacular en los últimos partidos, con cinco victorias consecutivas, le ha permitido ir escalando posiciones hasta situarse en el tercer puesto, a solo un punto del segundo. Su espectacular avance contrasta con la evolución del comportamiento del otro participante asturiano, el Sporting, que ha caído hasta el décimo lugar de la clasificación. Ello se traduce en que la situación relativa de los dos equipos asturianos ha sufrido un vuelco espectacular en las últimas ocho jornadas. Al final de la jornada 12, el Sporting llevaba ocho puntos de ventaja al Oviedo. En la jornada vigésima es el Oviedo el que adelanta en ocho puntos a su eterno rival.

El Oviedo, en gracia

El Oviedo de Anquela ha alcanzado ese estado de gracia que confiere a los equipos una seguridad a prueba de dificultades. Parece justo atribuir al entrenador una parte muy importante de ese logro. Ha sido él quien, a partir de los jugadores de que dispone, ha diseñado el sistema de juego más eficaz. Ese es el reto de cualquier entrenador, pero pocos logran resolver con la brillantez con que lo está consiguiendo el jienense. A Anquela le ha llevado su tiempo conseguirlo. Tardó en encontrar la fórmula (el sistema) y decantarse por los ingredientes (los jugadores) y, una vez que creyó haber resuelto el problema, tuvo la lucidez, y la firmeza, de perseverar en la idea, a pesar de que los resultados tardaron algún tiempo en confirmar que era la buena. Ahora lo están haciendo de forma espectacular. Cinco victorias consecutivas, con diez goles a favor y solo uno en contra hablan por sí solas.

La Cultural Leonesa, última víctima. A la Cultural Leonesa le tocó en desgracia ser la última víctima del año 2017 de ese Oviedo pletórico. Una de las características del Oviedo actual es la eficaz intensidad con que inicia el juego, ya sea al comienzo del partido o tras el descanso. La Cultu pudo comprobar hasta qué punto esa fuerza puede ser devastadora. Un gol en contra al comienzo del partido le puso las cosas cuesta arriba. Otro a poco de reanudarse el juego vino a definir como objetivo imposible la pretensión de sacar algo de un Carlos Tartiere que, por fin, comienza a corresponder a su equipo con una asistencia a tono con su trayectoria. Contribuyeron a darle volumen, además de empaque, los numerosos leoneses que siguieron a su equipo en el desplazamiento más corto -y seguro que el más atractivo- de la temporada. El juego del Oviedo apenas les dio tiempo a hacerse ilusiones.

Tres goles significativos. Los tres goles azules vinieron a poner en evidencia algunas de las fortalezas del Oviedo actual, un equipo al que es tan difícil desbordar como contener. En el primero fue decisiva la intervención de Diegui Johannensson, con una de esas largas arrancadas por su banda en las que se suman fuerza, decisión y habilidad para desguazar a la defensa rival y alcanzar su portería o la línea de gol. Esta vez la culminación correspondió a un Aarón Ñíguez cuya reaparición fue excelente. Diegui tendría su propia oportunidad de marcar en el segundo tiempo, cuando un contraataque de libro del Oviedo a la salida de un córner le llevó a un mano a mano con Jesús Fernández, que no acertó a resolver. El astur-islandés aporta mucho al Oviedo actual, entre otras cosas el nada desdeñable papel de conectar con el graderío, algo que el Oviedo impersonal de las últimas temporadas necesitaba como el comer.

Defensa para todo. El segundo gol aunó dos protagonismos. Uno, ya sobradamente reconocido, el de Saúl Berjón, líder del equipo por su capacidad para leer el juego y dar la mayoría de los pases de calidad en ataque. Su saque de falta desde la banda la izquierda estuvo a la altura de lo que cabe esperar de él. La defensa culturalista defendió mal ese lance, al volcar sus efectivos hacia el primer palo descuidando el segundo. Carlos Hernández y Christian Fernández, saliendo de una posición correcta, llegaron tan francos al balón que el primero apenas necesitó empujarlo para meterlo en la portería. Los centrales del Oviedo son eficaces en las dos áreas. Cierran el paso en la suya y en las jugadas a balón parado son un peligro mortal en la contraria. Los datos lo demuestran.

Un gol de lujo. El tercer gol oviedista, en las postrimerías de un partido que ya estaba decidido, fue el lujo que se permitió un equipo que, seguro de sí mismo, estaba gustándose. Se inició en la banda izquierda, donde Mossa, otro brillante lateral de ataque, presionado por tres adversarios, se convirtió en el eje de un rondo que consiguió sacar el balón de forma inverosímil para darle campo en dirección a Linares, quien se metió en el área por la izquierda, amagó el centro para mejorar la posición y terminó colocando un centro al segundo palo al que llegó Cotugno para colocar un certero cabezazo cruzado. El futbolista uruguayo, que había entrado en sustitución de Diegui, vino a demostrar con este acierto que el Oviedo actual no solo tiene un definido equipo titular sino que cuenta con un banquillo para las sustituciones. Por cierto, sería interesante saber cuántos toques dio el Oviedo en esta jugada del tercer gol sin que la Cultural llegara a rozar el balón.

El Sporting, sin equipo

Al contrario que el Oviedo, el Sporting está tan emplazado a encontrar un equipo y una forma de juego eficaces, que ha temido que relevar a quien había encargado hacerlo de cara a la temporada. No parece razonable exigirle a Baraja, sustituto de Herrera, que encuentre de inmediato la solución. Pero seguramente no dispondrá de un margen de confianza muchos partidos. Por eso, cuanto antes acierte, mejor para él. Y para el club, claro. Lo que en la actualidad transmite el Sporting no son precisamente buenas sensaciones. A principios de temporada se había extendido la idea de que tenía una de las mejores plantillas de Segunda, si no la mejor. Ahora se habla de la necesidad de encontrar refuerzos en el mercado de invierno. Lo que resulta evidente es que los que salen a jugar han perdido confianza en sus posibilidades. O eso demuestran. Y esa desconfianza se ha contagiado a su principal juez, que es la afición, que está en trance de perder la paciencia, si no la ha perdido ya.

E Granada, un accidente. De cara a superar esa desconfianza el partido de Granada tenía tanto de reto como de trampa. El Granada es uno de los equipos fuertes de la categoría. Tiene jugadores con experiencia y oficio y un buen respaldo de público, pues la asistencia a los Cármenes es una de las más altas de Segunda. El partido del pasado miércoles hubiera sido difícil para cualquier visitante. Y, pese a ello, el Sporting pudo sacar un resultado positivo, como hubiera sido un empate. Los dos goles del Granada fueron irregulares. Las cámaras demostraron que la falta de Juan Rodríguez a Espinosa, que el árbitro interpretó como penalty, se había producido fuera del área. Y dando por bueno que Álex Pérez hubiera sido el último en tocar el balón en la jugada que originó el córner del que saldría el 2-0 -gol marcado en propia meta por el propio central sportinguista-, antes había habido una mano de un jugador del Granada. Pero, asumiendo estas disculpas, a las que el Granada podría oponer el contratiempo de haber perdido muy pronto, por lesión, a Machís, su jugador más desequilibrante, lo que prevaleció del Sporting fue la imagen de un equipo sin capacidad para imponerse en el juego y, sobre todo, para crear peligro.

A la espera de Sergio. Si quiere romper con esa imagen y, sobre todo, con sus consecuencias, el nuevo entrenador tendrá que introducir cambios en el sistema de juego y en los hombres que lo desarrollen. Seguramente el regreso de Sergio ayudará bastante en la búsqueda de esa solución. Una vez más se ha demostrado que una ausencia larga del avilesino resulta letal para el Sporting. De los 21 puntos disputados por el equipo (doce de ellos en El Molinón) desde la decimocuarta jornada, cuando Sergio se lesionó en el calentamiento previo al partido contra el Valladolid, el Sporting solo ha sumado cinco, a 0,27 puntos por partido. En los once partidos anteriores el promedio había sido de 1,36. No todo en el fútbol puede reducirse a números, pero en este caso parecen bastante elocuentes.

Compartir el artículo

stats