En el fin de semana que arrancan las fiestas de Carnaval, el Caudal se disfraza de equipo de Tercera. El conjunto mierense sucumbe por un doloroso 0-3 ante el Logroñés, lo que unido a los triunfos de Izarra y Vitoria deja a los blanquinegros a diez puntos de la plaza de la promoción por la permanencia y a la friolera de catorce de la salvación. O lo que es lo mismo, el Caudal se queda un pasito más cerca de Tercera cuando restan trece jornadas para el final de la Liga.

La visita del Logroñés era la que podía marcar un antes y un después en la temporada caudalista. El cuadro riojano fue el último que el Caudal había sido capaz de vencer allá por el mes de septiembre. Si no era capaz de doblegar a los de Sergio Rodríguez cumpliría una vuelta completa sin ganar, pero es que el Caudal no sólo no ganó, sino que sufrió la derrota más dolorosa de la temporada. Una derrota contundente en el marcador, pero más en lo psicológico, pues dejó al equipo entrenado por Josu Uribe cerca del abismo de la Tercera y tocado anímicamente para una afición blanquinegra que ayer se vio camino de Tercera.

No sólo por el 0-3, sino por la imagen de un equipo deprimido que al mínimo golpe no es capaz de reaccionar y porque las gradas del coliseo blanquinegro presentaron la peor entrada de la campaña, en un año tan especial como es el presente pues el club celebra su centenario.

Este año tan importante para el club está resultado todo un martirio en el apartado deportivo. El Caudal necesitaba reaccionar para aferrarse al sueño de la salvación, pero este equipo no domina las áreas y está tocado anímicamente tras una campaña en la que nada les sale al derechas, en la que el factor suerte les está siendo esquivo. El Logroñés, en cambio, llegaba de dulce y a las primeras de cambio penalizó los errores caudalistas. El primero llegó en una contra magistral llevada por Noño, quien cedió para que Rubén Martínez hiciera el 0-1 en el minuto trece. Era el primer golpe, pero es que además llegaba en un contraataque tras una falta sacada por el Caudal en el área riojana. El colmo para un equipo necesitado de oxígeno.

Este primer estacazo fue demasiado para un Caudal débil en lo anímico, que fue incapaz de reaccionar ante un Logroñés que no necesitó demasiado para dominar en Mieres. El golpe definitivo lo volvió a dar Rubén Martínez, quien al filo del descanso hizo el segundo, un auténtico golazo desde más de veinte metros.

Con 0-2 se llegó al descanso y los mierenses afrontaron la segunda mitad vencidos, pero no entregados. El Caudal apeló a la casta y dominó. Trató de reaccionar y Niko a punto estuvo de marcar en una falta al borde del área que rechazó Miguel a córner. Lejos de recortar distancias, los mierenses se volvieron a llevar otro golpe en una jugada desgraciada. En un centro desde la banda izquierda, tras una falta de Babalola, Calahorro introdujo el balón en su meta para hacer un 0-3 en el minuto 53 que hacía presagiar una goleada en Mieres. Pero los de Uribe sacaron el amor propio y no se entregaron. En ese tramo final salió a relucir el principal defecto blanquinegro en este curso: la espantosa ineficacia ofensiva. Niko volvió a ser el delantero más incisivo mierense. El joven georgiano disparó desde la frontal para que Miguel repeliera y en el rechace se volvió a lucir en un disparo de Polaco que parecía gol cantado. La acción más clara llegó en el minuto 84, cuando Borja Prieto no pudo anotar en la tercera ocasión para marcar sin éxito, que dejaron a un Caudal vencido y casi tocado de muerte, pero al que le toca reaccionar si aún quiere soñar con una salvación que se antoja más que in imposible.