Ha pasado un mes desde la llegada de nueve futbolistas de Arabia Saudí a clubes españoles y, como pronosticaron las malas lenguas, todavía no ha debutado ninguno. Cada vez queda más claro que se trata de una operación comercial antes que futbolística, que pone en un brete a los entrenadores afectados. Al margen de la capacidad deportiva de cada cual, se ha sabido que uno de los principales inconvenientes es el idioma. "No puede ir con el traductor colgado al cuello todo el día", explicaba con tanta sorna como resignación la pasada semana Luis César Sampedro, el técnico del Valladolid. Su saudí no tiene hueco en el once ni en las convocatorias, lo mismo que sucede con el del Villarreal, Salem Al Dawsari, que aterrizó con fama de ser el más destacado del lote. Lo que sí ha llegado al club castellonense es un patrocinador, la empresa de telefonía saudí Jawwy, por una suculenta contraprestación económica. Nada de eso se sabe de momento por Gijón, donde se justifica el anonimato de Abdullah Al Hamdan por problemas de documentación para tramitar su ficha. Entre otras cosas, no se sabe si viene para el juvenil o para el filial de Segunda B.
