Todos buscaban al capitán nada más terminar el partido. Los niños y los mayores. Él no rehuía a nadie. Víctor Pérez estaba feliz después de encestar la canasta con la que el Oviedo Baloncesto se impuso al Palencia. Una canasta que dedicó a su hijo Alejandro: "Cuando le estaba preparando para venir al partido le he dicho que iba a ser un partido especial, un partido bonito, se ha cumplido y la victoria y la canasta van para él".

Hablaba claro Víctor de lo que supone para ellos ganar al Palencia: "Se lo hemos estado comentado a los compañeros durante estos dos días, este equipo nos ha eliminado dos veces en play-off, se está convirtiendo en un rival a batir, allí es un territorio hostil para nosotros, no nos han tratado del todo bien; pero nosotros seguimos a lo nuestro, aquí tienen que venir a Pumarín, ganarse la victoria, lucharla, lo han hecho bien, sobre todo en este último cuarto, pero en Pumarín todo puede ocurrir, nosotros confiamos en la victoria hasta el final y lo hemos conseguido".

Una victoria que sirve para que los nuevos (Novak, Vrkic, Carlson y Chema González) conozcan mejor qué es eso del efecto Pumarín: "Los nuevos compañeros ya lo pueden entender; yo, por mucho que les pueda repetir que en Pumarín todo es posible, que Palencia es un rival a batir, que este es un partido de play-off, que cada balón cuenta, que cada defensa cuenta, que cada pequeño detalle te puede sumar o te puede restar; hasta que no se demuestra en la pista no te das cuenta. Ahora, se han dado cuenta en primera persona de lo que puede pasar en este pabellón".

El capitán lanzaba también un mensaje a la afición: "A soñar, que hay mimbres para algo grande. Queda un mes y medio para que finalice la liga regular, los nuevos compañeros se tienen que ir acoplando poco a poco y ese proceso va a ir a más. Los play-off van a ser muy bonitos aquí".