Salvando las distancias, el fin de semana del Mavi Gijón en Málaga recuerda a aquella final de Copa del Rey que el Club Patín Cibeles le ganó al Barcelona en Salamanca en 1980. Nadie daba un duro por los cibelistas aquel día contra el mejor equipo del mundo. Y pocos apostaban por las gijonesas, que a las primeras de cambio tenían que enfrentarse al mejor equipo español del momento, el Rocasa. El triunfo del viernes, algo así como la reedición de la batalla entre David y Goliath, no hubiese servido de nada si las jugadoras de Diego Lafuente se creyeran que lo tenían todo hecho. El entrenador, con una exigencia profesional en un equipo aficionado, consiguió mantener la tensión ante el Porriño, clasificado a doce puntos del Mavi en la Liga, y rematar la faena ayer contra el Bera Bera, otro rival teóricamente superior. Al margen de los resultados, da gusto ver el sentido de equipo del Mavi, por mucho que deslumbren individualidades como Renata Lais, Aida Palicio o Raquel Caño. La lesión de esta última, tras su exhibición en la semifinal (12 goles), pareció complicar los últimos minutos de la final, pero sirvió precisamente para reforzar la imagen de grupo. Así que éxito rotundo del Mavi y del deporte gijonés, que con el valor afianzado del Hostelcur se asegura la presencia de dos clubes en competiciones europeas la próxima temporada.
