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Gerardo y sus discípulos del río

Sastre, veterano pescador gijonés, logra con su maestría y sabiduría enganchar al arte de la pesca del salmón a tres de sus amigos que hasta ahora sólo habían probado suerte con la trucha

Gerardo Sastre, en el río Narcea. IRMA COLLÍN

Gerardo Sastre hace escuela en el Narcea. A sus 61 años, este gijonés lleva pescando "a salmón" más de treinta años. Antes se conformaba con las truchas pero desde el primer día que uno de los reyes del río picó en su caña supo que aquella modalidad era la suya. Por eso, Gerardo tira y tira desde la orilla mientras que sus tres discípulos miran desde el puente intentando quedarse con las artes de este veterano pescador y aprender. De momento, ninguno de los tres ha logrado pescar un salmónido. Pero lo lograrán, están seguros.

Sastre es minero jubilado de La Camocha y nada le relaja más que escaparse al río. Y debe de ser verdad porque tira el sedal con maestría. Casi quieto, y logrando que el anzuelo entre en el agua sigiloso, girando como una bailarina en su caja de música.

Juan Tuya es uno de los tres amigos que le acompaña en el Narcea. Tiene 55 años y éste es el primer año que va a pescar salmones en el río. "El 5 de junio y el 20 del mismo mes tengo un coto en el Sella y la verdad es que estoy emocionado. A mi también me relaja muchísimo el río, venir aquí es como estar en paz y desde que Gerardo me animó estoy con la ilusión de pescar un salmón". Veremos.

A Gerardo no le gusta nada que le pongan la etiqueta de maestro, pero lo cierto es que después de escucharle las bondades del río todos "pican" y quieren ir con él. "Fue Gerardo el que me animó a venir un día, somos amigos de toda la vida y la verdad es que lo disfruto mucho. Yo antes era pescador de trucha pero desde que pruebas el salmón es otra ilusión. ¡Quién no va a querer que pique uno!", dice Antonio Quintana, que no pierde a Gerardo con la mirada mientras sigue probando suerte desde la orilla.

Cuenta Sastre que pescar un salmón no es una sensación que tenga fácil explicación, pero que el río le aporta mucho más. Ese bocadillo que comes en la orilla y sabe a gloria bendita, "ir a comer juntos, dejar la cabeza en blanco y disfrutar de los amigos en plena naturaleza", relata este minero jubilado.

Juan Freije es el tercer alumno aventajado de Gerardo Sastre. Éste es el segundo año que acude a probar suerte con el salmón a los ríos asturianos. Él también era pescador de trucha, pero ahora "es otra historia". Dice Freije que el río tienen muchas cosas buenas. "Todo el mundo debería de venir aquí para relajarse, para respirar el aire limpio. Llegas a casa como nuevo", comenta con gracia.

Los tres tienen la ilusión del principiante, deseosos de que las sabias lecciones de su maestro den sus frutos. Y es Gerardo Sastre tiene la habilidad de enseñar sin que se note, sin dar lecciones, solo dando consejos desde el cariño y la humildad de un hombre que vive el río como una forma de disfrutar "maravillosa".

En el coto Arenas, en pleno corazón del Narcea, probaron suerte este año, y no pescaron ningún salmón, pero reforzaron los lazos de amistad que les unen. Y como "el río siempre te abre el apetito", decidieron acabar la jornada comiendo juntos, mientras Gerardo les resuelve las dudas para que sus tres amigos logren este año el objetivo marcado, pescar su primer salmón. "Ése día no se olvida. Cuando estás ahí luchando para que salga y te haces con él...¡qué contento te vas a casa!", relata Sastre. Y sus tres discípulos asienten, porque saben que el maestro nunca les miente.

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