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Cara y cruz de la violencia en el fútbol

El entrenador del Llano 2000 pide al árbitro que anule un gol de su equipo al lesionarse un futbolista rival

"No estaba bien marcar con un rival sufriendo y llorando", señala el técnico Iván Costales

Iván Costales, ayer, entrenando a su equipo del Llano de 2000 de profútbol. JUAN PLAZA

A veces el fútbol también muestra su lado más amable. El fin de semana no solo estuvo marcado por el incidente desagradable de Veriña, con la agresión de un jugador cadete a un árbitro. En el sur de Gijón, en un partido entre niños de cinco años, los jugadores del Llano 2000 tuvieron un gesto para enmarcar ante el equipo de la Escuela de Fútbol de Mareo. El entrenador del Llano 2000, Iván Costales, pidió al árbitro que anulase uno de sus goles ya que al empezar la jugada se había lesionado un jugador rival, que se quedó tendido sobre el suelo.

"El árbitro no se había dado cuenta, el crío del otro equipo quedó llorando, y la jugada la hicimos con un jugador más que ellos. Le dije al árbitro que no contase la jugada, que la volvíamos a empezar", señala Costales. Hay que destacar que el partido se disputaba en una liga de profútbol, por lo que el acuerdo para que el gol no subiese al marcado llegó rápido. En ese momento, El Llano 2000 perdía 3-1, y acabó el partido 3-3, por lo que ese gol podía haber sido decisivo para ganar. "El resultado es lo de menos, lo importante es que los críos disfruten. Y no estaba bien marcar un gol con un rival sufriendo sobre la pista y llorando", señala el técnico del Llano 2000.

La jugada no pasó desapercibida, y todo el público dedicó una gran ovación al detalle de deportividad que se había visto en la pista. "Todas estas cosas fomentan la deportividad. Lo que se trata con críos tan pequeños es que disfruten y aprendan los valores del deporte. Si empezamos a enseñarles las peores cosas desde pequeños vamos por mal camino. No podemos enseñarles a hacer las cosas malas que ven por la tele", indica Costales, que lleva dos años entrenando a niños de entre 5 y 7 años. "No deja de ser una anécdota, pero espero que lo tomen como referencia para el día de mañana", apunta.

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