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El final más cruel para el Unión Financiera

La decepción no debe ocultar el buen trabajo del club ovetense

Chema González tras la eliminación del Unión Financiera. IRMA COLLÍN

La derrota del Unión Financiera en la eliminatoria ante el Palencia es de las que hacen un daño excesivo. No es lo mismo quedarse fuera del play-off de ascenso a la ACB cuando conseguir ese objetivo parece poco más que una quimera que hacerlo cuando cuentas con un equipo para competir, cuando has crecido lo suficiente como para mirar cara a cara a los mejores equipos de la LEB Oro y, sobre todo, cuando has ganado los dos primeros partidos y estás a un solo paso de seguir adelante.

La rabia aumenta si el verdugo es el de siempre, el Palencia, que ya te ha apeado tres veces del camino a la ACB y al que doblegar era poco menos que una obsesión. Ocultar que el Unión Financiera recibió el martes un directo al mentón de los que te dejan un rato mareado sería absurdo. Tanto como poner en duda el trabajo que ha hecho el equipo esta temporada y la trayectoria del club desde hace más de una década por un mal resultado. Solo los vendedores de humo garantizan las victorias en el deporte porque, cuando hay dos equipos enfrentados, sean los que sean, es importante considerar siempre la posibilidad de perder. Si no fuera así sería todo demasiado aburrido y nadie perdería el tiempo viendo un partido ni de baloncesto, ni de fútbol ni de petanca. Lo que conviene analizar son las razones que han hecho que un Oviedo que fue cuarto en la liga regular haya caído ante el Palencia, séptimo.

El rendimiento por encima del nombre. Al Unión Financiera le llegó a principios de este año un apoyo económico extra de Liberbank que le permitió fichar para ser más competitivos de cara a un play-off de ascenso que por entonces ya tenían prácticamente garantizado. Había poco tiempo y la necesidad de actuar en un mercado escaso. El club apostó por gente contrastada, por nombres que dejaron con la boca abierta a muchos rivales. Fichar a Mike Carlson o a Zoran Vrkic es fácil de criticar ahora que no han funcionado pero difícil de rechazar si te los ponen a tiro. Sin embargo, una de las lecciones que a buen seguro han aprendido en el club ovetenses es que, en ocasiones, es preferible fichar a gente que está rindiendo a buen nivel en el momento que a gente que lo ha hecho en el pasado. Carlson, el jugador más importante en el ascenso del Gipuzkoa la pasada temporada, no ha vuelto a ser el mismo tras recuperarse de una grave lesión de rodilla. Vrkic, por mucho talento que atesore, llevaba tiempo alejado de la élite y en Oviedo ha demostrado por qué. Diferente es el caso de Chema González. Encontrar a un pívot de su garra cuando estaba lesionado Arteaga no era sencillo y, aunque las cosas no le hayan salido bien del todo en el play-off, sí que ha cumplido con lo que se le pedía. Lo de Novak es diferente. Su fichaje fue una necesidad por la lesión de Cárdenas y se hizo antes de que llegara el refuerzo económico.

Más que experiencia faltó carácter. Mucho se ha hablado de la experiencia de los jugadores de Palencia y poco del carácter. Tan veteranos son Otegui y Grimau como lo pueden ser Víctor Pérez y Oliver Arteaga. Lo que realmente le faltó a Oviedo fue gente como Cvetinovic, capaces de asumir el riesgo de equivocarse en las situaciones complicadas. Son demasiados los jugadores del Unión Financiera de los que no hubo noticias cuando las cosas se empezaron a torcer. Habrá que tener en cuenta este aspecto cuando se haga una plantilla que aspire a lo más alto.

El entrenador, un culpable más. Lo más sencillo es echarle la culpa al entrenador y ahora le tocará a Carles Marco recibir críticas. El técnico tendrá su parte de culpa como la tienen los jugadores y los que decidieron unos refuerzos que no terminaron de cuajar. Todos ellos, cuerpo técnico, jugadores y club son tan culpables de haber errado ante Palencia como de haber ilusionado a toda una ciudad con el baloncesto. La continuidad del entrenador es ahora una incógnita pero su trayectoria en el club hasta el momento, con tres cuartos puertos en la LEB Oro, un éxito incontestable.

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