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Dos en la carrera / kilómetro 40

Esperanzas frente a temores

El Sporting, emplazado a recuperar el paso mientras la victoria impulsa al Oviedo de cara a su visita a León

Esperanzas frente a temores

El Huesca culminó anoche en Lugo su temporada más importante, la que le ha llevado por primera vez en su historia a la Primera División. Los dos kilómetros que faltan para que concluya la maratón de Segunda no serán agónicos para los oscenses sino triunfales, porque, asegurado el ascenso, lo de menos es proclamarse campeón de la categoría o terminar segundo. La lucha queda para quienes albergan esperanzas de subir y para los que tratan de eludir el descenso, que, en total, son muchos. Entre los que miran hacia arriba se encuentran los dos corredores asturianos. El Sporting, después de tres jornadas parado, está obligado a recuperar la marcha si quiere seguir aspirando a lo máximo o, como parece más viable, a tratar de mantener el tercer puesto. El Oviedo, por su parte, debe apurar las opciones que mantiene para entrar en el play-off. Seguro que los dos contarán con el apoyo de sus aficiones. El Sporting lo tendrá de la suya en un Molinón bien colmado para recibir a un Granada que, aunque remotas, todavía tiene opciones para promocionar. Y el Oviedo viajará a León en multitudinaria compañía para afrontar a una Cultural que sigue dependiendo de sí misma para asegurar la permanencia. De alguna manera toda Asturias se va a sentir involucrada en esa jornada de esperanzas y temores. Tratándose de fútbol, más de esperanzas, por supuesto.

Con o de oviedo

Tras su triunfo sobre el Sevilla Atlético el Oviedo llega a las dos últimas jornadas del campeonato con opciones de jugar el play-off de ascenso a Primera División. Hace apenas cuatro semanas esa posibilidad parecía haberse alejado casi de forma definitiva. Pero la Segunda División es una categoría tan igualada que cada jornada abre un panorama diferente. Las dos últimas salidas del Oviedo, saldadas con sendas derrotas, pudieron compararse con un ascenso por la autovía del Huerna en medio de una niebla cerrada. Pero al otro lado del Negrón podría esperar un día radiante. La comparación es pertinente porque donde el domingo próximo juega el Oviedo es precisamente en León. Juega y se la juega. Como se la juega también la propia Cultural.

Un rival equívoco . Tan importante como ese partido era el del sábado en el Carlos Tartiere ante el Sevilla Atlético, colista de Segunda, porque para el Oviedo no había otra alternativa que la de sumar los tres puntos. La mala clasificación del filial sevillista y las bajas importantes que registraba en su alineación podían ser equívocas. Lo había demostrado hace poco en Zaragoza, donde no sólo había vencido al que parece ser uno de los equipos más en forma de la llamada Liga 123 sino que le había dado un auténtico baño. Sobre el terreno del Carlos Tartiere el Sevilla Atlético confirmó su condición de equipo equívoco. Fue candorosamente ingenuo al comienzo del partido, cuando quiso salir desde atrás con juego corto y se convirtió con ello en víctima propiciatoria de la presión adelantada del Oviedo, que se cansó de arrebatarle el balón en zona propicia. Pero en la segunda parte los sevillanos sacaron a flote sus buenos fundamentos y, después de que el autogol de Folch les diera un inesperado oxígeno, no sólo incomodaron al Oviedo sino que le proporcionaron un par de sustos importantes. Por suerte para los azules, quedaron en eso.

Linares, al derecho y al revés . El Oviedo no hubiera pasado por esos apuros de haber tenido mejor puntería en sus momentos de dominio, en los que creó algunas ocasiones muy claras, como el cañonazo de Rocha que se envenenó tras rozar en un rival y acabó rebotando en el larguero. El mejor rematador fue Linares, pero no le acompañó la suerte. Dos cabezazos suyos pudieron terminar en la red y lo merecieron, por decisión y buena ejecución, pero se escaparon por muy poco. Linares es actualmente el más eficaz rematador oviedista, pero, paradójicamente, lo más rentable para su equipo que hizo ante el Sevilla Atlético fue cometer un error. Un mal control suyo en el área se convirtió en un pase perfecto a Folch, que se encontró así con un balón blando y de cara a la portería, que aprovechó a conciencia.

La dedicatoria de Christian. Si el gol de Folch abrió la puerta a la victoria oviedista, el de Christian en la segunda parte la franqueó. El gol llegó una vez más en un centro perfecto de Saúl Berjón cabeceado por uno de los tres centrales oviedistas, si bien con la novedad de que no fue en una jugada a balón parado. Lo que terminó de singularizarlo fue la carrera del autor hacia el foso de su equipo para abrazarse con el entrenador. La dedicatoria resultó muy significativa. Christian ha sido una firme apuesta de Anquela durante toda la temporada, sin duda porque ejemplifica un tipo de jugador que desea en su equipo: fuerte, decidido y, en una palabra, intenso. Esa intensidad tiene su contrapartida en el gran número de tarjetas amarillas que cosecha: nada menos que catorce en lo que va de temporada. Por acumulación de amonestaciones se perderá el partido de León. Seguro que Anquela ya lo está echando de menos.

El Sporting, atascado

Cuando más necesitaba poner en activo sus mejores recursos, el Sporting se ha atascado. Tres derrotas consecutivas recortaron de forma drástica sus aspiraciones a conseguir el ascenso directo e incluso parecen haber amenazado ese tercer puesto de la clasificación que no sólo tiene un valor honorífico, pues de cara al play-off ofrece ventajas nada desdeñables. En el atasco del Sporting ha influido una cierta fatiga, quizá más mental que física, en alguno de sus jugadores clave y también una pizca de mala suerte. Si en Zaragoza pudo echar en falta la colaboración de la fortuna, en Tenerife se encontró con ella de espaldas. Pero en el fútbol a la larga hay que contar siempre con esas veleidades.

La ocasión de Santos. Por ejemplo, se ha hablado mucho de las ocasiones perdidas por Santos, como un cabezazo desviado -por poco- en el primer tiempo y, en el segundo tiempo, una demora en resolver una situación favorable. Pero, sobre todo, se ha hecho hincapié en la ocasión del minuto 14, porque, de haberse materializado en gol, seguramente hubiera dado paso a un partido diferente. La jugada se inició en un estupendo corte de Sergio en el medio campo, que permitió la arrancada de Santos. El uruguayo hizo muy bien esa parte de la jugada. Su rapidez y decisión le permitieron llegar al área tinerfeña antes de que los defensas le cerraran el camino y, de esa forma, plantarse ante Dani Hernández, que salió a su encuentro con una rapidez que le permitió achicar espacios. Santos tiró entonces fuerte y por bajo. Y Hernández rechazó con los pies. Ahí fue donde intervino la suerte. Hace mucho tiempo que los porteros ya no se tiran de cabeza hacia el balón que trae en sus pies el atacante. Por el contrario, se desparraman -se despatarran- ante él. Le tapan mucho espacio hacia los lados a costa de dejar un hueco en el centro. Si el disparo del atacante encuentra ese hueco, se produce el gol. Si da en el cuerpo del portero, la ocasión se frustra. Hace mes y medio Santos tuvo una ocasión parecida en Almería. Entonces su tiro encontró ese pequeño túnel y, aunque tocó en el cuerpo de René, el balón siguió rumbo hacia el interior de la portería, con lo que el Sporting puso el marcador a su favor, lo que a la postre resultó decisivo. En Tenerife ocurrió lo contrario.

Un buen Tenerife. Quizá un gol tempranero hubiera desarmado al Tenerife, que, al no jugarse nada, tenía en los graderíos semivacíos del Heliodoro Rodríguez la clara expresión de que su afición le castigaba con su indiferencia tras su fracaso de cara al ascenso. Pero, circunstancias ambientales al margen, el Tenerife de Milla y Bryan Acosta, también del joven Mulas, es un equipo fuerte en su campo. Tiene una buena defensa, un centro del campo con calidad y carácter y un contragolpe rápido. Con esas cualidades no sólo aguantó al Sporting sino que acabó dándole el gran disgusto.

La camiseta de Calavera. En el último tramo del partido el Sporting forzó la busca del gol, con más voluntad que eficacia, pues los recursos que antes exhibían los gijoneses parecen haberse debilitado. Jony, por ejemplo, sigue centrando con peligro, pero ya no hace jugadas devastadoras para la zaga rival. Y el Tenerife contragolpeaba con peligro. Malbasic ya había tenido una ocasión, anulada por Mariño. Fue sólo cuatro minutos después cuando le llegó otro balón de gol. No debió ocurrir, pues Calavera dio la sensación de poder haberlo interceptado, pero dudó y acabó dejándolo pasar, quizá por no darse cuenta de que a su espalda se encontraba el serbio, que esta vez no perdonó. Calavera no ocultaría su desolación al final del partido. La expresó al estilo bíblico, rasgándose las vestiduras, o sea, la camiseta. Por mucho que se admita como desahogo, no vale como remedio. Lo que tiene que hacer el Sporting es justo lo contrario: tentarse la ropa para no estropear al final lo que tanto le costó conseguir.

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