Aunque siga siendo uno de los deportes más reacios al uso de la tecnología, el fútbol se adentra progresivamente en el ámbito de la ciencia. Casi todo lo que pasa en un campo se puede medir y, desde hace unos años, los jugadores cada vez lo tienen más difícil para escaquearse en los entrenamientos y en los partidos. Los clubes, sobre todo los más poderosos económicamente, les asignan un dispositivo GPS a principios de temporada que va recogiendo datos interesantes para evaluar su rendimiento e incluso prevenir lesiones.

Al final de los partidos, cuando se despojan de sus camisetas para intercambiarlas o lanzarlas a la afición, los futbolistas dejan al descubierto un chaleco, tipo "top", en el que se incrusta el GPS, del tamaño de una batería de móvil, generalmente en la espalda. Gracias a él se puede saber la distancia recorrida, la velocidad, las aceleraciones, los impactos, los tiempos de recuperación. "Son datos que nos vienen muy bien para conocer la forma física de un jugador y decidir las cargas de trabajo que hay que aplicarle", explica Raúl Menéndez, preparador físico ovetense especializado en la recuperación de lesiones.

En 2010 ya empezaron a verse estos dispositivos en los equipos profesionales españoles de fútbol, como recuerda José María Sanz, preparador físico aquella temporada en el Almería entrenado por Juan Manuel Lillo. Sanz, que también trabajó con Lillo en el Oviedo en la temporada 1996-97 y que actualmente forma parte del cuadro técnico de Marcelino García en el Valencia, asegura que en estos ocho años la tecnología GPS ha evolucionado considerablemente: "Cada vez son más precisos, nos dan mejor información porque, entre otras cosas, los satélites captan más rápido la señal".

Los preparadores físicos y los médicos pueden controlar la información del GPS en tiempo real, durante un entrenamiento, o volcarla posteriormente en un ordenador para analizar e interpretar los datos. Desde hace dos años, la Liga de Fútbol Profesional permite utilizar los chalecos también en los partidos, aunque sólo para un uso posterior.

Tanto Menéndez como Sanz destacan las ventajas de la tecnología a la hora de planificar su trabajo. "Sabiendo la cantidad de kilómetros que hace un jugador, o la velocidad que puede alcanzar, puedes conocer mejor su perfil físico", señala José María Sanz, que añade: "De esta manera puedes preparar entrenamientos a la carta, dosificar los esfuerzos". Y, por supuesto, para los profesionales que se dedican a la recuperación o readaptación de los lesionados: "Cuando los datos del GPS se acercan a los valores anteriores a la lesión, el jugador está en condiciones de volver".

Javier Landaluce, médico en la Unidad Regional de Medicina Deportiva de Avilés, asegura que los profesionales españoles en este campo son líderes en la aplicación de la tecnología, por lo que están muy cotizados y bastantes trabajan en países de gran potencial económico. De hecho, en la instalación médica avilesina presentaron en 2015 unos tops similares para controlar el ritmo cardíaco en tiempo real.

Los precios de estos dispositivos oscilan entre los 1.800 y los 2.000 euros, lo que significa una pequeña inversión para un club de Primera División, poco más de 40.000 euros para una plantilla de 25 jugadores.