Mientras Rafa Nadal veía cómo se suspendía el partido de su debut en Roland Garros, otro mallorquín dejaba huella sobre la tierra parisina. Jaume Munar, nacido hace 21 años en Santañi (Mallorca), confirmaba la progresión que apunta desde el inicio de temporada al vencer a David Ferrer en cinco apretados sets: 3-6, 3-6, 7-6 (7-3), 7-6 (7-4) y 7-5.

Munar se considera un privilegiado por la cercanía de Nadal, sobre todo desde que empezase a entrenar en su academia de Manacor el año pasado. "Paso muchas horas con él y ahora viajo con su compañero de toda la vida, Tomeu Salvá, así que todo ayuda", destacó el balear, que esta semana ocupa el puesto 155 del ranking mundial.

Jaume Munar acabó tercero del mundo junior en 2015, el año de su paso a profesional, cuando se anotó su primer torneo ATP, en Hamburgo. Desde entonces ha ido evolucionando "poco a poco, como lo exige este deporte", según su entrenador, y ahora parece en condiciones de entrar en el "top 100". En enero, en Australia, entró por primera vez en el cuadro principal de un Grand Slam, y ayer dio otro salto de calidad con la victoria sobre Ferrer. En segunda ronda le espera una prueba de calidad, el serbio Novak Djokovic.

Aunque elude cualquier comparación, Munar reconce que "Nadal me sirve de espejo. El hecho de tenerlo detrás y de saber que me apoya es un privilegio. El tenis es un deporte que se decide por detalles, por muy pequeños que sean, y Rafa cuida al máximo cada uno de ellos. Cada detalle vale un mundo y como tenista soy muchísimo mejor que hace solo unos meses".

Nadal vio cortado su primer partido en París, frente al italiano Bolelli por la lluvia, cuando perdía 3-0 en el tercer set, tras ganar los dos primeros por 6-4 y 6-3. Otro español, Guillermo García-López, dio la sorpresa al aliminar al suizo Stanislas Wawrinka, finalista en París 2017, por 6-2, 3-6, 4-6, 7-6 (7-5) y 6-3.