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Las doce horas frenéticas que auparon a Hierro

Los jugadores de España querían que siguiera Lopetegui, que empezó a negociar con el Madrid el viernes

Las tormentas no avisan y en Krasnodar se desencadenó una ciclogénesis cuando todos creían estar tomando el sol. El anuncio de Lopetegui como nuevo entrenador del Madrid, su posterior despido de la selección y el nombramiento de Hierro sacudieron como un misil a todo un país, a la concentración española en Rusia y también a la mayoría de las redacciones de los medios de comunicación, perplejas ante un alud de acontecimientos totalmente inesperados en la víspera de un Mundial que se preveía más o menos tranquilo para España.

Para situar la intrahistoria se debe viajar unos días en el pasado. Casi nadie sabía que Lopetegui se iba al Madrid. En la Tierra viven 7500 millones de habitantes y sólo cuatro o cinco personas, entre las que no estaba Rubiales, sabían que Florentino Pérez había llamado al seleccionador y que éste, vía su representante, Carlos Bucero, se mostró abierto a fichar por el club blanco. Eso fue el viernes. La negociación de Bucero con el Madrid (con Florentino y con José Ángel Sánchez, director general) fue rápida y siempre de espaldas a la Federación, una de las claves de todo este embrollo.

El martes por la tarde se lanzó el anuncio bomba desde el Bernabéu. Un comunicado en la web: Lopetegui ficha por el Madrid tres años. Rubiales, que estaba en Moscú, donde se decidía la sede para el próximo Mundial, no sabía absolutamente nada y se enteró a través del presidente Pérez, que le llamó cinco minutos antes de hacerlo oficial. Rubiales se queda atónito y se siente humillado por un entrenador renovado hace unas pocas semanas. La tormenta estaba servida. Rubiales y su equipo "pasaron" de elegir la próxima sede del Mundial y pusieron rumbo a Krasnodar en un viaje relámpago desde Moscú en avión. Llegaron al aeropuerto antes de medianoche, donde fueron recibidos por una nube de periodistas. Rubiales, con el rostro desencajado y una gastroenteritis (como él mismo admitió ayer cuando presentó a Hierro), se metió con su equipo en un coche oficial sin decir una palabra y puso rumbo a la ciudad deportiva. Tenía la decisión madurada, pero debía hablar con la plantilla. La noche fue larga en Krasnodar. Todavía pocos apuntaban a un posible cese de Lopetegui y menos a un nombramiento de Hierro.

Las reuniones y llamadas en la mañana de ayer en Krasnodar fueron frenéticas. Rubiales se reunió con el núcleo de los jugadores (Ramos, Iniesta, Silva, Busquets, Piqué y Reina), con Hierro, y también con el propio Lopetegui (el último en la ronda de contactos, ya sin voz ni voto). Los jugadores intentaron hacerle cambiar de opinión a Rubiales. Sin éxito. Para muchos jugadores, éste será su último Mundial.

La prensa estaba citada para el miércoles, a las 10.30 horas. Ayer por la mañana, se retrasó la comparecencia a las 11.30. Finalmente, Rubiales apareció a las 12 por la sala de prensa. Solo, sin Lopetegui. Ahí comunicó que el seleccionador, a dos días del inicio del Mundial, estaba en la calle.

La duda ya estaba en el sustituto, que no fue anunciado hasta una hora después. El nuevo seleccionador, por pura lógica y rapidez, había que buscarlo dentro de la propia Federación. Celades, entrenador de la sub-21 o Hierro, director deportivo, fueron las dos únicas posibilidades reales. Rubiales señaló al malagueño, que pasa del Oviedo a España en un año. De no conseguir el play-off a Primera a buscar el título del mundo. Mientras, Lopetegui abandonaba Rusia y volvía a Madrid. "Estoy muy triste".

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