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Y, sin embargo, Bravo

El Barcelona logró una victoria histórica, que pudo ser aún más amplia, a la altura de la lograda por el equipo en el que jugaba Cruyff o la que logró en el Camp Nou ante el Madrid de la primera temporada de Mourinho. Munir, por ejemplo, falló, tras una gran jugada de Neymar el 0-5, para enfado de Piqué, a sus espaldas en esa jugada, que en los últimos minutos buscó un gol histórico quizá como cuestión -es decir, desquite- personal. Pero un resultado tan claro pudo torcerse en algún momento. En un partido siempre hay momentos que pueden cambiar radicalmente el rumbo de las cosas. El Madrid tuvo ayer algunos a su alcance, pero se encontró con Bravo, el portero barcelonista, que evitó que tuvieran trascedencia. Así, en el minuto 2 del segundo tiempo, el chileno respondió con un gran desvío a un colocadísimo zurdazo de James que, de haber llegado a la red, hubiera podido meter al Madrid en el partido. El último tren pudo pasarles a los madridistas veinte minutos después. Ganaba ya el Barcelona por 3-0 cuando Isco, tras una gran jugada personal, dejó a Ronaldo solo ante Bravo; pero éste salió muy rápido y desvió el remate con el cuerpo, en ese caso con su parte más noble, como es la cara. A Bravo todavía le quedaban por hacer dos paradas. Una estupenda, en el minuto 80, al desviar un cabezazo de Benzema. Y otra enorme, a cuatro minutos del final, al rechazar un testarazo a bocajarro de Cristiano Ronaldo. Cuatro paradas extraordinarias del meta rival no son poca cosa. Sin alguna de ellas, el partido pudo haber cambiado, o, como poco, se pudo retocar un resultado tan contundente. Pero como el portero también juega, sirvieron para reafirmarlo como merecido.

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