Oviedo, J. C.

Los patrimonios personales están creciendo en España a ritmos elevados. El crecimiento económico nacional y, en particular, el de los individuos con patrimonios elevados, se sitúa entre los diez más acelerados del mundo, señala Carmen Cavero, de Morgan Stanley. En los últimos tres ejercicios, España figuró entre los países «más rentables» de la OCDE, agrega.

Todo ello supone que el negocio específico de la banca personal esté aumentando a ritmos muy acusados (del orden del 10,1 por ciento anual en número de clientes y del 6,5 por ciento en volumen de riqueza, según Abelardo Patto, socio de Accenture), y que el de la banca privada lo haga a tasas aún más acusadas: del 16,1 por ciento en clientes y del 20,7 por ciento en patrimonio. Todo ello motiva, a la vez, que el proceso de cambio sea también más acusado que en otros países. El propio rejuvenecimiento progresivo de los titulares de medianas y grandes fortunas en España es un síntoma de ese crecimiento económico acelerado, según Cavero.

Sin embargo, la banca privada, y a la inversa de lo que ocurre en países con mayor tradición y cultura financiera, está aún lejos de cubrir todo el espectro de negocio potencial que le es propio. Mientras en el Reino Unido el 80 por ciento de los clientes con niveles patrimoniales altos encomienda sus recursos a entidades especializadas en banca privada, a la que confían el 70 por ciento de su riqueza personal, en España la cuota de mercado está en el 25 por ciento de los clientes y en el 50 por ciento de su patrimonio.

Cavero y Pato, al igual que Ana Beobide y Antonio González, de Morgan Stanley, sostienen, de acuerdo con las conclusiones del estudio, que el mercado bancario especializado en estos segmentos de clientela adinerada va camino de la madurez, pero que aún tiene recorrido, y en el que fidelizar al cliente será cada vez más difícil. «El objetivo de las entidades será crecer», y para ello será cada vez más valioso el «servicio integral y el asesoramiento personalizado» para dar valor. «Se habla ya más de servicios que de productos», opinan, aunque el producto financiero aún tiene relevancia, sobre todo en sus aspectos innovadores. El cliente demanda un equilibrio entre la preservación del capital y el riesgo informado.