Oviedo, Javier CUARTAS

Bertino Velasco, presidente de la sociedad agraria de transformación Central Lechera Asturiana (Clas), integrada por 7.470 ganaderos, y que es titular de la mayoría de control del primer grupo lácteo del país (Corporación Alimentaria Peñasanta, Capsa), abrió ayer un proceso histórico con el que pretende cambiar la naturaleza jurídica y societaria de la mayor cooperativa asturiana, transformándola en una sociedad limitada, según un proyecto que ha contado hasta ahora con el abierto rechazo del sector crítico de cooperativistas.

El plan de reestructuración tiene el apoyo e inspiración del director general de Clas y consejero delegado de Capsa, Pedro Astals, primer ejecutivo del grupo. Su aprobación exigirá el respaldo de la asamblea de Clas, que no se celebrará antes de mayo, y en la que los sectores oficial y crítico de ganaderos están empatados al 50%.

Bertino Velasco, presidente de Clas desde el 6 de julio, anunció ayer a su junta rectora el propósito de llevar a la asamblea de Central Lechera Asturiana un plan consistente en desdoblar la actual sociedad agraria en dos compañías.

Según este diseño, el actual patrimonio de la cooperativa -es decir, la marca Central Lechera Asturiana (su activo más valioso) y su participación accionarial mayoritaria en Capsa (56,39%) y en otras sociedades- pasaría a integrarse en una sociedad mercantil de nueva creación que, con la personalidad jurídica de sociedad limitada, estaría integrada por la totalidad de los 7.470 socios de Central Lechera (1.280 activos y 6.190 pasivos).

A su vez, la actual sociedad agraria de transformación (Clas) seguiría existiendo con su personalidad y naturaleza de espíritu cooperativo pero participada sólo por los 1.280 socios que siguen produciendo leche (ganaderos activos) y limitándose como única actividad a la recogida, entrega y cobro de leche y al suministro, como hasta ahora, de pienso y otros servicios a los ganaderos.

Con ello, la cooperativa transmitiría tanto sus acciones en Capsa como en las demás sociedades participadas y la marca Central Lechera Asturiana a la nueva entidad patrimonial, concebida como sociedad de capital por participaciones.

Los accionistas de la nueva sociedad mercantil no podrían vender sus participaciones en ella durante tres años (máximo legal) a personas o entidades ajenas a los socios de la actual Clas, pero, a partir de esa fecha, los títulos serían libremente transmisibles.

Esto supone que si ahora los socios de Clas que quieran darse de baja sólo pueden vender sus participaciones a la propia cooperativa, y de acuerdo con la estimación de valor que ésta realiza (a valor contable y no a precio de mercado), en el futuro, una vez transcurridos tres años, podrían enajenar sus acciones en la nueva sociedad patrimonial a cualquier persona, entidad o grupo empresarial.

Éste va a ser el principal factor de controversia porque, si por un lado los socios de Clas pueden vislumbrar en ello un potencial de venta futura con plusvalías de sus actuales participaciones, el sector crítico ve este diseño el fin del «blindaje» que hoy garantiza a los ganaderos el control tanto de la titularidad de la marca como de la mayoría accionarial en el grupo industrial Capsa, líder en España. El sector crítico reiteró ayer que no aceptará ninguna modificación que ponga en riesgo el control de Clas sobre Capsa.

El objetivo que subyace en esta propuesta del sector oficial (una revisión histórica de lo que ha sido la naturaleza cooperativa fundacional del grupo en 1967) es posibilitar que Capsa pueda acometer una gran fusión en el sector lácteo nacional que le permita liderar un proceso de concentración para ganar tamaño y competir con las grandes multinacionales lácteas.

El mantenimiento de la mayoría de control y de la marca en manos de una sociedad no capitalista, sino cooperativista, estaría frenando, según esa interpretación, el potencial desarrollo de Capsa al exigir a ésta su mayor accionista (Clas) que acompase sus movimientos corporativos (concentraciones empresariales) a las posibilidades financieras de la cooperativa, en la medida en que éste exige tener siempre en su poder más del 51% del capital de Capsa. Por el contrario, los impulsores de la nueva fórmula entienden que los ganaderos serían los primeros interesados en que Capsa crezca para maximizar el valor de sus acciones en la sociedad titular del 56,39% de este grupo lácteo, dado que tales títulos, una vez transcurridos tres años, podrán ser negociados libremente a precio de mercado.

Según fuentes conocedoras, otros accionistas de Capsa (véase el cuadro adjunto) estarían conformes con que Clas acometa esta transformación y ven en ello el primer paso no sólo para acometer fusiones sino para la posibilidad de que Capsa pueda llegar a salir a Bolsa.

Los críticos siempre han dicho que esta operación supone desvirtuar el espíritu y el proyecto alternativo que Clas encarnó en España desde 1967 como movimiento cooperativo contra el poder de las industrias y que permitió dar el control del proceso productivo al ganadero, y aseguran que la expansión y crecimiento empresarial de Capsa no es incompatible con la actual naturaleza de su mayor accionista (Clas), por lo que los llamados críticos vienen abogando por ampliar su base societaria con incorporación de otras cooperativas y ganaderos, de forma que Capsa crezca pero con Clas siempre como mayor socio.