-¿Cuál es el papel de Asturias en la Unión Europea?

-Asturias partía en la Unión Europea de una situación de anemia económica. Venía de una situación mucho más negativa que otras regiones, aunque estuvieran menos desarrolladas que el Principado, porque había pasado por una crisis industrial fuerte derivada del fin de una época en toda Europa de siderurgia y minería. El tratamiento ha sido largo y ha supuesto que en estos momentos la región tenga unas condiciones mucho más favorables que la mayoría de las demás.

-¿Y en la actualidad?

-La apertura del mercado internacional ha provocado que se haya creado un tejido industrial y de servicios de una calidad superior al de otras regiones. La prueba de esto está en que no se está sufriendo tanto el impacto de la crisis de la construcción y de los servicios de baja calidad, como está ocurriendo en la zona del mediterráneo. Eso la sitúa en una posición muy fuerte. Visto desde Bruselas, es sorprendente que haya tantas iniciativas de actividades culturales. Una población de un millón de habitantes con actividades que buscan estos niveles de calidad es algo muy llamativo, pero también lo es la oferta hostelera y la exigencia que los propios asturianos están imprimiendo para que los empresarios incrementen la calidad de sus servicios. Es importante el avance que se han dado en temas tecnológicos, ya hay investigadores asturianos que lideran grupos en Europa para desarrollar proyectos en este sector.

-Y en este marco, ¿cuáles son ahora los retos de futuro?

-La empresa asturiana debe buscar un segmento de gama alta de productos y servicios que partiendo del apoyo al desarrollo regional sirvan también para comercializarlo en un mundo globalizado. No es necesario que esta estrategia tenga grandes dimensiones, sino que pequeñas y medianas empresas con producciones cortas pueden encontrar mercados en el mundo suficientes para tener sostenibilidad. En los servicios para las empresas si hay calidad se pueden internacionalizar, ya que esto es lo que demanda ahora el mercado europeo. Nunca se debe tener la aspiración de ir más allá de lo que te permiten tus propias dimensiones, que creo que es lo que se está haciendo ahora.

Pero las exportaciones siguen siendo la asignatura pendiente de las empresas asturianas...

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-Posiblemente sean bajas, pero no está escrito a sangre y fuego, y se puede modificar. No se puede exportar a otros lugares sin someterse a la prueba de intentarlo antes en el mercado europeo, una vez probado ahí se ve si hay que modificar nuestros productos o servicios.

-¿Qué sectores deberían tomar un mayor desarrollo para competir en Europa?

-Primero hay que tener una base de servicios de calidad. Es esencial terminar ya las infraestructuras, y los centros sanitarios y culturales, para poder atraer a gente que deje riqueza aquí, todo aquello que permite desarrollar cosas aquí. Todo lo relacionado con el medio ambiente es un sector clave ya que tiene que buscar solución a un problema que realmente es trágico. Otro es la industria agroalimentaria, aquí hay unas calidades de base formidables en sector ganadero, producción láctea e industrias de elaboración más sofisticadas. También es necesario que se desarrolle la biotecnología. Tampoco hay que pensar como si se fuera un país enorme. Con un turismo de calidad, empresas de agroalimentación, la recuperación de producciones tradicionales dándoles calidad en el sector metalmecánico y con una producción equilibrada y diversificada, un millón de habitantes se gana el sustento muy bien.

-¿Cómo se vive el actual cambio de ciclo económico mundial desde Bruselas?

-El problema de la Unión Europea es que tiene un impregnación liberal muy profunda. Siempre ha habido la filosofía de que el mercado resuelve problemas de todo tipo, incluidos los financieros, pero no es así. Están en el estupor más absoluto sin saber si se puede o no intervenir. Una economía de capitalismo financiero que presiona a las bolsas, busca beneficios a corto plazo y se mueve sin un rumbo determinado crea estas distorsiones.

-¿Cuáles son los principales problemas que encara la UE?

-Las tecnologías que se están aplicando, que son muy eficientes, están carcomiendo las profesiones y cualificaciones medias, y están creando dos fracturas muy peligrosas. Una territorial, concentrando el crecimiento en polos urbanos de riqueza, se vacían territorios y se concentra la actividad en los grandes núcleos, lo que supone más gastos para el sector público. Otra es la fractura social, la aplicación de la tecnología está haciendo que desaparezcan esas clases medias y se vayan acumulando una minoría con gente con grandes ingresos y una gran mayoría con pequeños ingresos en un mercado de trabajo precario. Esto está ya en la mayoría de los debates políticos de la UE.

-Sobre este escenario y con la actual desaceleración, ¿qué camino debe tomar Bruselas?

-Es un momento crítico. El crecimiento económico y estabilidad política pasa por tener un gobierno político de la economía conjugado con la iniciativa social de mercado. Ahí el papel de la UE es muy importante, ya que debería tener más retribuciones políticas en temas como el cambio climático o las fracturas territoriales y sociales.

Javier Velasco Mancebo

Javier Velasco es el secretario ejecutivo de la Comisión del Arco Atlántico y director de la Casa de Asturias en Bruselas. Natural de Madrid, Velasco asegura sentirse ya un asturiano de adopción. Recientemente visitó Oviedo para participar en el Foro Asturiano de la Cohesión. Velasco se pondrá a la cabeza de un proyecto europeo para tratar de acabar con las desigualdades sociales, para el que ya está buscando apoyos entre las regiones del Arco Atlántico. El madrileño se hizo cargo hace dos años de la dirección de la Casa de Asturias de Bruselas, desde la que realizará un programa para enseñar a empresarios asturianos las oportunidades de exportación de la Unión Europea.