Oviedo, Javier CUARTAS

La asamblea de Central Lechera Asturiana (Clas) fue convocada ayer para el 6 de junio con el fin de que exprese si apoya o no la propuesta de reforma societaria que impulsa el presidente de Clas, Bertino Velasco, con la inspiración del primer ejecutivo del grupo, Pedro Astals.

El polémico proyecto, al que se opone el sector crítico de Clas, consiste en desdoblar esta sociedad agraria de transformación (SAT) en dos sociedades: una nueva SAT que estaría participada sólo por los socios que producen leche (1.280 de los 7.470 que integran Clas) -y que tendría como una única actividad la recogida y entrega de materia prima- y una sociedad limitada (SL) que, participada por la totalidad de los 7.470 socios, pasaría a ser titular de la marca Central Lechera Asturiana -el activo más valioso del grupo- y del 56,39% que la actual SAT posee de Capsa.

Sin embargo, lo que se someterá el 6 de junio a votación de los 116 compromisarios que forman la asamblea (cien en representación de los 1.280 socios activos y dieciséis elegidos por los 6.190 pasivos) no será una propuesta firme y definitiva de transformación de Clas para su ejecución inmediata si recibe el apoyo mayoritario de la asamblea, sino que se limitará a recabar el apoyo de la masa social para llevarlo a cabo: «Presentación del proyecto de reordenación de la sociedad y autorización a la junta rectora para su desarrollo».

El matiz es importante. Si se sometiese a la asamblea la aprobación de la transformación ya de Clas en dos sociedades, habría que aplicar el apartado segundo del artículo 142 de los estatutos, que exige unas mayorías reforzadas tales para la «fusión, transformación, escisión o extinción de la sociedad» que hacen muy difícil que cualquier operación de este tipo pueda ser aprobada.

Al recabar sólo el apoyo de la asamblea para seguir desarrollando el plan, pero no votarse la transformación de facto, lo que procede es aplicar el apartado primero de ese artículo, con lo que los requisitos de mayoría se reducen: «se requerirá el voto favorable de compromisarios que en su conjunto representen la mayoría absoluta de socios en plenitud de derechos que tengan otorgada su representación a compromisarios». La votación, a diferencia de la que permitió en julio elegir al actual presidente de Clas, será a mano alzada y no con voto secreto. Entonces la asamblea quedó dividida al 50 por ciento entre críticos y oficialistas, pero en aquella elección cada compromisario sólo tenía un voto. Ahora cada uno de ellos votará según los apoyos o mandatos electorales que hubiese recibido, con un límite máximo de quince. Esto podría dar una ligera ventaja al sector oficial.