Oviedo, Marián MARTÍNEZ

Manuel Fernández López, «Lito», es secretario general de la Federación Estatal del Metal y la Construcción (MCA) de UGT. Hace sólo unos días, dejó el consejo de administración de Arcelor Mittal, en cumplimiento del acuerdo adquirido con CC OO para turnarse en el puesto de independiente y como representante de los trabajadores. Su último empeño quedó reflejado el pasado mes de marzo, cuando la cúpula de la compañía admitió analizar su reivindicación de hacer un nuevo horno alto en Gijón y nuevas inversiones en la acería de Avilés, lo que conllevaría asegurar el futuro de las instalaciones siderúrgicas asturianas otros veinte años. El empeño y el trabajo realizado por Lito en defensa de las plantas de la región le han valido el «Asturiano del mes» de marzo que otorga LA NUEVA ESPAÑA.

-Hacía años que no se vivía la calma que se vive en las instalaciones siderúrgicas asturianas.

-Es que nos va razonablemente bien, mejor de lo que nos había ido. Hace cuatro años se iban a cerrar carril, alambrón y chapa gruesa en Gijón. Hoy, todas esas instalaciones están que se salen. Asturias tiene la suerte de tener cabecera, que es lo que garantiza el futuro, y por eso ahora el problema es lograr nuevas inversiones y ampliar la capacidad de producción de acero líquido, para asegurar la materia prima y todo lo demás.

-¿Puede detallar su propuesta de inversiones?

-Todo lo que producimos de acero líquido lo consumimos. Estamos saturados. Necesitamos aumentar la producción, y para eso mi propuesta es hacer el horno alto B nuevo, no una reparación. Hacerlo nuevo y ampliar la capacidad de producción en un millón de toneladas, para llegar a los seis anuales. Si hay más arrabio, hay que transformarlo en acero, por eso hay que invertir en una nueva línea de colada continua en Avilés, y además habría que invertir también en la acería de Gijón para transformar unas 650.000 toneladas allí mismo. Aguas abajo, todo eso se puede transformar en más chapa gruesa, más galvanizado...

-¿Se hará la tercera línea de galvanizado, o ya está descartada definitivamente?

-Ahora mismo, no tenemos capacidad para atender a una tercera línea de galvanizado. Por eso son tan importantes las inversiones de las que hablamos, porque si no tenemos más acero líquido, no podemos hacer nada más. Y tenemos que optar también a que se fabriquen en Asturias otros productos que están en investigación.

-¿Cuándo decidirá la compañía si se hacen o no las inversiones?

-Necesitamos cerrar un acuerdo, porque si está firmado, es fácil de respetar, pero si no hay acuerdo, no hay obligaciones. Quiero que figure una partida en el presupuesto de 2009. Las cosas están avanzadas.

-¿Recuerda Mittal dónde está Asturias?

-Sí, hombre, sí. Si Asturias va bien, él será feliz y todos seremos felices. Pero si nos fuera mal y los resultados no fueran buenos, tampoco les costaría mucho trabajo tomar decisiones que no nos gustasen. Aquí nadie regala nada.

-¿El plan «Arco»?

-Todos los acuerdos son siempre mejorables. Pero esta empresa no se parece en nada a la de hace 10 años. Hemos sufrido, y mucho, pero se ha conseguido, gracias al esfuerzo de los trabajadores. De ellos es el mérito, porque han ido avanzando con los tiempos, adaptándose para salir adelante.

-¿Ha sentido la soledad del poder en una empresa como Arcelor Mittal?

-Yo no diría, en mi caso, que es la soledad del poder, pero a veces sí me he sentido solo peleando. Le pondré dos ejemplos. Estamos peleando por que se hagan inversiones en Asturias y en España, para no perder el tren de la competitividad. Pues tenemos dos problemas que juegan en contra: la contaminación y la tarifa eléctrica. El primero es un problema serio, porque se negoció mal y otros países ofrecen más ventajas. Pero el coste energético es escandalosamente alto y tenemos empresas en Asturias que, o se resuelve el problema, o se van a ir. Pero es que el precio de la luz no puede suponer más del 40 por ciento del producto final. Y ahí están Francia o Italia, que están aquí al lado y la tarifa eléctrica cuesta la mitad. Y no hablo sólo de Arcelor.

-¿Crisis, o desaceleración?

-Hay agoreros y aficionados que llevan diez años cargándose, por ejemplo, el sector del automóvil y diciendo que vamos hacia una crisis terrible. Diez años. ¿Cuánto tiempo se lleva hablando de la burbuja inmobiliaria? Hay que trabajar en positivo, y si existen posibilidades de que haya una crisis, habrá que adelantarse para que no nos pille desprevenidos. La construcción ha caído de repente y tiene que ver con muchos factores que confluyeron.

-Pero la construcción estaba sobredimensionada desde hacía años...

-Hay una sobredimensión histórica. Pero los momentos punta, los más álgidos que se conocieron en la construcción, fueron equivalentes al volumen de empleo que hay ahora, cuando se está diciendo que esto es un desastre y hay miles de parados. Antes de las elecciones municipales y autonómicas había que inaugurar y tapar agujeros y se han hecho barbaridades y con una terrible precariedad laboral. Y eso parecía valer a todos. Y ahora hay una crisis terrible. Estamos en los mismos parámetros que en los mejores tiempos de años pasados. Aunque hay que buscar soluciones.

-¿En la industria?

-Este país no está en condiciones de que la industria palie la pérdida de empleo en la construcción. Porque en la construcción no están sólo los albañiles, hay fontaneros, pintores, electricistas, maderistas?

-¿Hay que ayudar a los constructores a afrontar la crisis?

-No estoy dispuesto a que con dinero de todos tengamos que ayudar a unos señores que se han forrado haciendo unas sobrevaloraciones escandalosas. De ninguna manera. Hay viviendas en stock y hay que venderlas. Muy bien, pero tendrán que acostumbrarse a ganar menos dinero y dejarse de especular.

-¿Qué propone usted?

-Hay que bajar el precio de la vivienda para vender lo que hay en stockaje. Los constructores no pierden dinero, es que ganarán menos. Al Estado y a las comunidades autónomas les costará dinero la crisis porque tendrán que dar ayudas, pero que se las den al comprador, no al constructor.

«Las instalaciones de Arcelor Mittal en Asturias están que se salen; el problema ahora es lograr más inversiones»

«Este país no está en condiciones de que la industria consiga paliar la pérdida de empleo de la construcción»