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l El empleo. Como ocurrirá con otras inversiones en infraestructuras energéticas que se ejecutarán en Asturias (regasificadora, centrales de gas...), el impacto en el empleo por la instalación de parques eólicos puede ser relevante durante la fase de construcción y limitado después. De acuerdo con una metodología avalada por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), las obras para instalar 1.000 megavatios de potencia eólica suponen unos 3.000 puestos de trabajo temporales de las contratas que intervienen en las operaciones.

Según las mismas cuentas, se contribuye además al sostenimiento de bastantes más indirectos, como los de las empresas suministradoras de los componentes de las torres eólicas y otras vinculadas al sector eléctrico. En Asturias, varias compañías hacen negocio con el sector eólico. El caso más relevante es el del Grupo Daniel Alonso, que en 2007 selló una alianza para hacer torres con Gamesa, líder español de la fabricación de aerogeneradores y uno de los principales productores mundiales.

Acabadas las obras, el empleo directo que genera un parque eólico es sustancialmente inferior. Los expertos calculan que se crea un puesto de trabajo por cada 5 megavatios instalados. Si se cumple el plan eólico regional como está previsto, en Asturias la energía del viento daría trabajo de manera estable, para la operación y mantenimiento de los complejos, a unas 260 personas.

l Los impuestos. Aunque no en todos los casos, el dinero que aportan en impuestos y por otros conceptos los parques de aerogeneración han abierto las puertas de los ayuntamientos a los promotores. Las empresas suelen firmar convenios con las corporaciones locales y abonar un canon cuando instalan los aerogeneradores en montes de utilidad pública.

Los concejos reciben además otros ingresos a través del Impuesto de Actividades Económicas (IAE). Según algunos casos consultados, la aportación por el IAE viene a suponer entre 600 y 800 euros al año por cada megavatio instalado. Las compañías están obligadas a tributar también por el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). Están calificados como «bienes de características especiales» y su tratamiento fiscal ha registrado una variación de alcance: a raíz de una sentencia reciente, los parques eólicos pueden verse obligados a pagar el triple que ahora por el IBI.

Los parques también obtienen dinero público. Las producciones eólicas, por su condición renovable, reciben una prima con cargo a la tarifa eléctrica y salen beneficiadas por el funcionamiento del mercado mayorista del kilovatio.

l El CO2. Las empresas promotoras suelen destacar al exponer en público sus proyectos eólicos la importancia de la producción y el número de personas que podrían abastecerse de electricidad. También las toneladas de CO2, gas responsable del cambio climático, que se evitan, porque cuando funciona un molino se está reduciendo la generación con combustibles fósiles como el carbón o el gas. El Principado ha estimado que, hacia 2010, los molinos asturianos «evitarán la emisión de más de 2 millones de toneladas de CO2 al año». Aunque la seguridad del suministro exigirá que las térmicas sigan funcionando, porque el viento no siempre sopla.

Por empresas

Iberdrola es el líder español en potencia eólica instalada. Controla el 28% de la capacidad productiva, por delante de Acciona (17,68%), Endesa (8%) y Neo (8%), filial de Hidrocantábrico.

Por regiones

Castilla-La Mancha, Galicia y Castilla y León son las regiones con un sector eólico más fuerte. Asturias es la décima región por potencia instalada.

Por fabricantes

Gamesa ha aportado el 56% de los aerogeneradores instalados en España. Su principal competidor es el grupo danés Vestas.