Oviedo, J. C.

El asturiano José Manuel Campa, uno de los responsables de máxima confianza de la ministra de Economía, Elena Salgado, apuntó ayer en La Granda, una residencia propiedad de la multinacional Arcelor-Mittal, cuál ha de ser el modelo futuro de desarrollo sobre el que deberá sustentarse la economía española, previa reforma de su actual estructura productiva y de su vigente patrón de crecimiento. España deberá potenciar, dijo, el peso de los servicios, las actividades con alto valor añadido y con fuerte componente de investigación, diseño e innovación y aspirar a una mayor actividad exportadora.

A juicio del secretario de Estado de Economía, «las reformas estructurales siempre son buenas porque favorecen el potencial de crecimiento a largo plazo». «El quid de la cuestión es cuándo es el momento oportuno para hacerla. Con la perspectiva actual, quizá hubiese sido mejor acometerla en el período de mayor crecimiento», explicó, pero a su juicio, ahora, y pese a la situación de crisis, ya no es recomendable demorarla más: «La reforma estructural no puede esperar porque forma parte de la estrategia de salida de la crisis».

Campa prevé que «2009 va ser un año muy duro» para la economía mundial, con incrementos negativos en términos agregados, lo que no ocurría desde la II Guerra Mundial. No obstante, los negros presagios permiten vislumbrar apuntes esperanzadores. «La tasa de caída de la economía mundial se está desacelerando», lo que significa que aún no empezó la recuperación pero ha empezado a contenerse el desplome, aunque «con distintas intensidades» según áreas geográficas.

En España también se está «desacelerando la caída», con mejoras trimestrales, aunque aún con tasas interanuales negativas. Salvo la mayor destrucción de empleo, «el comportamiento macroeconómico español», dijo, «es similar al de otros países». Sin embargo, España presenta singularidades. Mientras en otros países la caída del PIB, explicó, deriva fundamentalmente del retroceso del sector exterior (exportaciones) y del comercio internacional, en España la reducción de la actividad obedece a la contracción de la demanda interna. No ocurre así con el sector exterior, que, sobre todo por la caída de las importaciones, ha pasado a contribuir al PIB en términos positivos. Los grandes factores de crisis hoy en España obedecen a la caída de la inversión (sobre todo, inmobiliaria) y del consumo.

En 2009 el PIB español menguará el 3,6%. Para 2010 Campa aún prevé una tasa anual negativa del 0,8%, pero en todo caso con un perfil «menos duro y sustancialmente mejor» que 2009, y aplaza a 2011 el repunte, con un aumento del PIB para ese ejercicio del 1,8%. Sólo en 2012 se alcanzaría el 2,7% de incremento anual de la economía nacional, ya en términos «cercanos al potencial de crecimiento español».