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El sector ve, sin embargo, muy difícil que el consumo energético vuelva a crecer pronto a los ritmos de estos últimos años, superiores al 6 por ciento en varios momentos. Se da por acabado un festín de kilovatios que musculó las ganancias, favoreció la inversión en nuevas infraestructuras eléctricas (45.000 millones entre 1998 y 2008) y ensanchó también con ello el endeudamiento de las compañías (37.600 millones a finales de 2008, sin contar las operaciones fuera de España).

La caída de la demanda por la crisis ha desnudado otro problema para aquellas eléctricas que más dependen de los ingresos de sus térmicas de carbón y ciclos combinados: el fortísimo crecimiento de la energía eólica, junto al menor consumo, ha dejado en el mercado mayorista de la luz -allí donde las centrales venden sus producciones- un «hueco» reducido para que coloquen sus kilovatios quienes utilizan los combustibles fósiles. Tanto es así que este año, en el que la generación total ha descendido algo más del 4%, la caída de actividad de las térmicas carboneras supera el 20% y la de los ciclos combinados rebasa el 13%.

Los molinos, primados por su menor impacto ambiental, han ganado protagonismo en la producción eléctrica, si bien las centrales fósiles siguen siendo vitales porque el viento no siempre sopla y no lo hace necesariamente cuando más falta hace. Resolver eso es cometido de las térmicas, últimamente sobre todo de los ciclos combinados. Cada megavatio eólico instalado requiere un respaldo de 0,8 megavatios de centrales térmicas, según un cálculo del sector. Y para mantener el equilibrio y la seguridad de suministro hacen falta fortísimas inversiones, argumentan las eléctricas. Como quiera que cada vez hay más aerogeneradores, la parte del mercado que les toca a las tecnologías del gas y del carbón se achica, las térmicas facturan menos y salen peor las cuentas.

El primer aviso serio lo ha dado el carbón. Mucha de la producción nacional de mineral -incluida parte de la asturiana- está sin quemar este año porque, debido a la caída de la demanda y a los costes de las térmicas, no hay hueco en el mercado. Empresas eléctricas y mineras están reclamando una salida económica al Gobierno, que estudia algún incentivo que desbloquee el uso del carbón español. Y esgrimen las compañías eléctricas que también será necesario un cambio de más calado en la regulación que garantice una retribución suficiente para no poner en riesgo también la viabilidad de los ciclos combinados de gas. En foros como el que celebró Unesa en Madrid se habla de riesgos y demandas y muy poco de emprender nuevas inversiones.