Madrid / Oviedo, Agencias

Los mercados castigaron ayer con severidad a España. El temor a los riesgos que sobrevuelan la economía nacional pudo más que los intentos del Gobierno por transmitir que sus planes para la recuperación y, sobre todo, para cuadrar las cuentas públicas son consistentes. Tales temores se convirtieron en pánico en la Bolsa de Madrid, que se desplomó el 5,94%, la mayor caída desde noviembre de 2008, cuando los meses más agitados de la crisis financiera global. Los inversores optaron de forma masiva por las ventas de los valores españoles mientras en otro mercado, el de la deuda pública, España también se dejaba pelleja. Fue después de que el país apareciera públicamente emparentado con Grecia y Portugal, como parte del trío de economías de la zona euro menos fiables.

La Bolsa española se contagió de lo que en la jerga del parqué se denomina «riesgo país». Supone, en otras palabras, el temor a que España, por la deriva que lleva en esta crisis, se vea imposibilitada de cumplir sus obligaciones financieras. Según diversos analistas, en esa falta de credibilidad está pesando mucho el hecho de que la situación española se esté emparentando de manera continua con la de Portugal y, sobre todo, con la de Grecia, estados que arrastran, como España, elevados déficits presupuestarios y también, aunque éste no es el caso español, niveles de deuda pública disparados. Esos mismos observadores anotaron que la desconfianza de los inversores hacia España dio un salto además después de que el comisario europeo Joaquín Almunila declarase, el pasado miércoles, que la economía española comparte «problemas comunes» con Grecia y Portugal.

El impacto en la Bolsa madrileña fue un descenso sin parangón en el resto de plazas europeas. El Ibex vivió su primera jornada de pánico desde que comenzó el año y se desplomó un 5,94%, el mayor descenso desde el 6 de noviembre de 2008. Por aquel tiempo los mercados internacionales zozobraban por la entonces reciente quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers y las medidas extraordinarias tomadas coordinadamente por los bancos centrales para evitar un cataclismo mayor en el sector financiero.

Ni los buenos resultados anuales presentados por el Grupo Santander (ganó casi 9.000 millones de euros pese a la crisis) ni las manifestaciones de miembros del Gobierno intentando corregir al comisario Almunia y poner distancia con la situación de Grecia frenaron la presión vendedora. Por razones que algunas crónicas bursátiles de expertos consideraban ayer escasamente justificadas, inversores nacionales e internacionales optaron por retirar dinero invertido en empresas españolas. Todos los valores del selectivo Ibex 35 cayeron con fuerza, sufriendo depreciaciones que oscilaron entre el -2,7% de la corporación Criteria y el -11,3% de la constructora Ferrovial. Los dos grandes bancos españoles, que son también grandes poseedores de títulos españoles de deuda pública, se despeñaron: el Santander de Emilio Botín, que ayer trató de amparar públicamente la política de reformas del Gobierno de Zapatero, cedió el 9,4% de su valor bursátil; el BBVA perdió el 7,5%.

El Ibex 35 cerró en 10.271 puntos tras un retroceso que superó con creces las generalizadas caídas registradas en los principales mercados europeos. El alemán bajó un 2,5%, el francés un 2,8% y el británico de Londres se dejó el 2,2% en una jornada en la que el Banco Central Europeo (BCE) mantuvo en el 1% los tipos de interés para la zona euro. Su presidente, Jean Claude Trichet, se esforzó por tranquilizar a los mercados financieros, señalando que el déficit fiscal en conjunto de la zona euro continúa por debajo del de Estados Unidos y Japón.

En la Bolsa estadounidense de Wall Street, según las primeras crónicas de ayer, el Dow Jones caía un 2%, empujado por los malos datos sobre paro en EE UU, pero también por «el creciente número de países con incertidumbres macroeconómicas». Entre ellos, España.

La desconfianza sobre la situación española tuvo efectos también en los mercados donde se negocia la deuda pública que emiten los países para financiarse. El Tesoro español hizo ayer una colocación mediante subasta de 2.517 millones en bonos a tres años al 2,662%, más de un punto porcentual por encima del equivalente alemán (1,58%). La diferencia entre el bono español a diez años y el germano, referencia clave, también se agrandó ayer. Esto es, España está teniendo que pagar más intereses a los inversores para que suscriban su deuda, aunque por ahora el país no ha tenido las dificultades de colocación que en cambio sí ha tenido Grecia y que también han salpicado a Portugal.