Oviedo,

Marián MARTÍNEZ

Arcelor-Mittal pretende acometer este año un plan de reorganización y reestructuración que supondrá un recorte de entre 150 y 200 empleos en las instalaciones de Avilés. Desaparecerán algunos puestos de trabajo (sobre todo en mantenimiento), otros se agruparán y también habrá un incremento de funciones para algunos operarios de producción, que tendrán que realizar también tareas de mantenimiento. El plan para las instalaciones de Gijón se presentará el próximo día 18, pero la reorganización de puestos que la empresa pactó en el tren de alambrón, y que ha desatado una huelga convocada por CC OO y CSI, es la avanzadilla del programa pergeñado por la compañía. Esta reorganización, según explican los sindicatos, es la segunda fase del «plan Arco», que se empezó a aplicar en 2005 y que iba acompañado de lo que la empresa denominó un plan social, que supuso un recorte de 1.700 empleos, también mediante prejubilaciones. Ahora, de nuevo, se plantea aumentar la productividad y reducir los costes.

El nuevo plan, que se va a negociar con los sindicatos en los próximos meses, va ligado a los contratos relevo hasta 2012 incluido. No habrá despidos, sino prejubilaciones. Los sindicatos ya advirtieron ayer que no admitirán una reorganización sin compensaciones económicas para los trabajadores y sin inversiones.

La compañía presentó su plan para las instalaciones de Avilés el pasado miércoles, mientras Lakshmi Mittal, mayor accionista y presidente de la compañía, presentaba los resultados de 2009 y advertía de que se continuaría con la política de reducción de costes, ya que, si bien 2010 va a ser mejor año que 2009, todavía será un ejercicio «difícil». En la posterior rueda de prensa con Gonzalo Urquijo, único ejecutivo español en la multinacional, el director de las fábricas asturianas, José Manuel Arias, afirmó que las plantas del Principado ya no son las campeonas del gigante siderúrgico, puesto que han perdido un 20 por ciento de productividad respecto a sus compañeras europeas. Y justificaba estos resultados en el exceso de plantilla. Eso sí, tanto Urquijo como Arias reiteraron que en ningún caso esto significaba adoptar medidas que no fueran negociadas y pactadas con los sindicatos para mantener la paz social.

Mientras la cúpula hacía estas declaraciones, los sindicatos y la dirección de la empresa en Asturias discutían en Avilés el plan que la empresa ha diseñado para reorganizar el trabajo. La reunión empezó a las ocho de la mañana y se prolongó hasta media tarde, analizando instalación por instalación. «Era sólo una toma de contacto, no significa que lo que plantee la empresa se vaya a hacer ni mucho menos», coincidieron los sindicatos.

Los representantes de los trabajadores tampoco van a admitir presiones temporales ni que se les impongan plazos para empezar a aplicar el sistema. «Lo que plantea la empresa es un recorte de plantilla y un cambio de método de trabajo a cambio de nada. Eso no se negocia de hoy para mañana», advirtió Ángel Díaz, secretario general de CC OO en Arcelor-Asturias.

Iñaki Malda, secretario general de UGT en Arcelor-Avilés, auguró unas negociaciones largas y complicadas. «Hay que analizar instalación por instalación y no vamos a aceptar que nos impongan plazos».

La propuesta que presentó la empresa recuerda en muchos aspectos al «plan Arco», que la entonces Aceralia presentó en junio de 2004, con Guillermo Ulacia como vicepresidente de la compañía y Ángel Préstamo al frente de las instalaciones asturianas. La multinacional advirtió entonces de que para evitar el cierre de instalaciones y despidos era necesario un plan global que incluía movilidad, flexibilidad y polivalencia. Esto se traducía en que a un trabajador se le podría cambiar de puesto y de taller en la misma factoría o en otra de la región, debería realizar varias labores y su calendario y jornada podrían variar según la carga de trabajo para lograr la máxima productividad al menor coste. Cada trabajador cobraría en proporción a su esfuerzo. Este planteamiento suponía en sí mismo un cambio de la cultura laboral y los sindicatos lo rechazaron porque rompía acuerdos vigentes. La negociación fue larga y muy dura, incluso con una rotunda división sindical, pero finalmente se implantó con el visto bueno de UGT y USO y sin el apoyo de CC OO.

El «plan Arco» incluía importantes inversiones, entre ellas la remodelación de los hornos altos. Sólo se ha remodelado uno de ellos, el A, mientras que el B, de momento, no se tocará. Tampoco se ha construido la nueva línea de galvanizado, aunque sí se realizaron otras muchas inversiones que suponían unos 100 millones anuales, según la compañía. En noviembre de 2005 Ulacia aseguró que con el nuevo modelo laboral las plantas asturianas habían aumentado su productividad un 5 por ciento, «el mayor crecimiento del mundo». En poco más de un año, se habían superado con creces todos los objetivos de la compañía. Luego llegó Mittal.