Oviedo, L. GANCEDO

«Crecemos menos que otros cuando las cosas van bien y caemos como los demás cuando se tuercen». A decir de Carlos Monasterio, catedrático y autor, junto a Ángel de la Fuente, de la obra «Capitalización y crecimiento de la economía asturiana, 1955-1998», ese ha sido un patrón de comportamiento de Asturias sin apenas excepciones «desde el Plan de Estabilización de 1959», la reforma que puso fin a la ruinosa autarquía de los primeros veinte años del franquismo. En 2009, el año de la Gran Recesión, según dan a entender las cuentas del Instituto Nacional de Estadística (INE) conocidas anteayer, la economía asturiana cayó como las demás. Asturias convergió con la media en la adversidad, algo que sólo había ocurrido puntualmente durante los años de bonanza.

Entre 1995 y 2007, el producto interior bruto (PIB, el valor de los bienes y servicios producidos) de Asturias creció por encima de la media del país en dos ocasiones (2000 y 2006). En otro momento más (2001) el PIB regional se quedó a sólo una décima de converger con la media. El resto del tiempo, Asturias creció, pero lo hizo a menor velocidad que España, lastrada durante buena parte del ciclo por los recortes de actividad y empleo asociados a la reconversión de la industria y el campo.

Con la crisis, la región aparece ahora en las cuentas del INE tan pegada a los resultados medios de España como pocas veces lo estuvo en los años precedentes. En 2008, Asturias creció (1%) una décima más que España; en 2009, el PIB regional retrocedió el 3,7%, una décima más que el país. Distancias irrelevantes, dicen los expertos, por mucho que a escala nacional, por ejemplo, políticos, economistas y periodistas escudriñen el PIB trimestralmente para ver si marca una décima más o menos y se puede dar o no por terminada la recesión técnica que comenzó al final de 2008.

El informe sobre la contabilidad regional que anteayer divulgó el INE aporta un balance sobre el crecimiento de las comunidades autónomas durante lo que va de siglo y ahí aparece la divergencia de Asturias (ver gráfico superior). Entre 2000 y 2009, la economía asturiana creció a un ritmo medio anual del 2,02% y ocupó la penúltima posición, por delante de Baleares, una región rica en renta per cápita, pero que perdió vigor en estos años al estancarse su potente negocio turístico. Casi empatada con Asturias aparece Cataluña, que estuvo tanto en 2008 como en 2009 entre las más penalizadas por la crisis. Esa circunstancia explica en parte que Madrid, más dinámica durante el ciclo favorable y con menos daños aparentes en la recesión, se haya puesto a seis décimas de reemplazar a Cataluña como la mayor economía nacional. Madrid aporta el 18% del PIB español y Cataluña, el 18,6%.

Estadística hace también las cuentas del PIB por habitante, que suelen utilizarse como medida de desarrollo y que forman el indicador por el que se guía la Unión Europea para repartir ayudas. En este capítulo, Asturias parece estar en la senda de la convergencia. Desde 1999, la región ha pasado de tener un PIB per cápita equivalente al 82,3% de la media española al 94% que el INE estima para 2009. Es uno de los parámetros utilizados a menudo por el Gobierno asturiano para ilustrar los avances de la economía regional. Aunque, apunta Carlos Monasterio, tal avance tiene un mérito sólo relativo.

El incremento del PIB por habitante en Asturias tiene que ver con un aumento de la actividad económica, aunque también con el hecho de que la región, al contrario que el resto, ha perdido población en estos años. Esto es, el dividendo (el PIB) subió menos que en otras regiones, pero el divisor (el número de habitantes) bajó. «Mayor mérito es lo de Madrid, que con un millón de habitantes más mantiene un PIB per cápita superior a la media», comenta Monasterio. Madrid tiene 1,2 millones de habitantes más que en 1999 y un PIB por persona un 31% superior al promedio español. Sólo el País Vasco supera ese nivel.

Asturias converge también en la crisis por el lado de la pérdida de empleo. La contabilidad regional conocida anteayer aporta un dato que, según Manuel Hernández Muñiz, economista y profesor de la Universidad de Oviedo, da cuenta del calado de la crisis: el INE estima que, como promedio del año, Asturias perdió en 2009 casi 30.000 empleos (29.800 puestos de trabajo a tiempo completo). Supone una caída del 6,5%, semejante a la media nacional (6,6%).

El INE no especifica cómo se repartió esa pérdida de empleo entre las distintas actividades económicas, pero hay que pensar, creen los expertos, que la destrucción de trabajo fue intensa tanto en la construcción como en la industria y los servicios. En producción, la industria presenta los mayores daños. «Hay se aprecia el impacto del ajuste de Arcelor», anota Hernández Muñiz. El metal supone prácticamente la mitad del PIB industrial asturiano y, con excepciones como la del cinc de Azsa o los bienes de equipo de Duro Felguera, los negocios asturianos del metal sufrieron un severo menoscabo en 2009.

La industria regional (sin contar la energía) retrocedió el 17,2% en 2009. La construcción bajó más modestamente (-6,9%) y en proporciones homologables con las del conjunto de España. Desde que en 2008 estalló la crisis inmobiliaria se ha destacado que Asturias sufre menos que aquellos territorios donde, por el crecimiento demográfico o los excesos urbanísticos, la edificación fue mucho más vigorosa. Y se ha subrayado desde ámbitos políticos, empresariales y sindicales que la asturiana es una economía más equilibrada y menos dependiente de la construcción.

Las cuentas del INE muestran que la construcción aportó en torno al 12% del PIB en Asturias durante los últimos cinco años, más que en Murcia. Allí, el corazón del sector fue la vivienda; aquí, la obra pública, remarcan los expertos. Ahora, Asturias se asoma al final de grandes obras (ampliación de El Musel, Autovía del Cantábrico, variante de Pajares...) y a los ajustes que prepara el Estado en la inversión.