España no es Grecia, asegura el Gobierno español, pero también la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y hasta el Ejecutivo conservador alemán de Angela Merkel. Pero algunos analistas, políticos -sobre todo, los de la oposición- y economistas alertan de eventuales semejanzas que, en caso de extremarse, pudieran abocar a la economía española a situaciones agónicas análogas a la helena, hoy al borde de la suspensión de pagos y pendiente de un rescate europeo que aún no ha llegado.

El discurso de la semejanza entre España y Grecia es peligroso en sí mismo para España porque en economía las expectativas tienden a confirmarse. De modo que cuanto más se instaure la creencia de que son casos parangonables, mayor es el riesgo de que pudiera verificarse esa relación contagiosa porque es en un clima de desasosiego y de generalizada percepción de riesgo -tenga o no base real- donde las prácticas especulativas gozan de mayores posibilidades de éxito.

A Grecia y España es más lo que las diferencia que lo que las identifica. Con la salvedad de la tasa de paro (superior en España), la foto fija de los principales indicadores es manifiestamente más virtuosa en el caso español que en el griego. Grecia sería un caso patológico y muy desesperado, frente a una economía, como la española, con dolencias propias pero también con fortalezas muy superiores.

l Déficit. Que España cerrara el pasado ejercicio con un déficit público equivalente al 11,4% del producto interior bruto (PIB) -atribuible, sobre todo, a la cobertura de desempleo- fue un elemento capital, junto con la condición mediterránea del país (el club de los llamados «PIGS»), para que se hablara de similitudes con Grecia.

El déficit español, con haber sido muy elevado, fue inferior al irlandés (12,6%), al británico (12,8%) y sobre todo al griego. Atenas declaró un 12,8% de descubierto fiscal en el ejercicio, pero esta cifra fue corregida al alza (ya se admite el 13,6%).

l Deuda pública. Uno de los más vigorosos argumentos a favor de España es su bajísimo endeudamiento público. Otra cosa es el endeudamiento privado (el de empresas y familias), que es el verdaderamente alarmante, con una tasa del 178% del PIB, según acaba de cuantificar la agencia de «rating» S&P para justificar la rebaja de un peldaño en su calificación crediticia a España.

Pero la deuda de las administraciones públicas (que es la que se acrecienta con los déficit fiscales de cada año) estaba a finales de 2009 en el 55% del PIB nacional, una de las más contenidas de Europa y más de 20 puntos por debajo de la media en la zona del euro. La deuda pública griega ascendía en ese momento al 112,6% de su PIB. De modo que el endeudamiento griego es algo más de dos veces el español. Y lo que mide la solvencia (la capacidad de pago) es, sobre todo, el grado de endeudamiento.

La previsión es que España cierre 2010 con una deuda pública del 66,3% del PIB, 58,6 puntos menos que Grecia (124,9%). Italia acabará 2010 con el 116,7% de apalancamiento y Bélgica, con el 101,2%.

l PIB. España se quedó en el cuarto trimestre de 2009 a una décima de salir de la recesión y dos décimas por debajo del crecimiento medio de la UE y del área monetaria del euro. La economía española retrocedió el -0,1% respecto al anterior trimestre, cuando la media europea fue de +0,1%. La economía griega siguió derrumbándose (-0,8%). Para 2010 el FMI prevé que el PIB español aún caiga un 0,4%. La previsión para Grecia es que su actividad se desplome un 2%.

l Inflación. La tasa de inflación también está jugando a favor de España. En marzo fue del 1,5%, cuatro décimas inferior al caso heleno (+1,9%). Y esto es relevante cuando, debido sobremanera al fuerte endeudamiento privado español, al paro elevado y a la reconversión inevitable del sector de la edificación (que había actuado de principal locomotora española), caben pocas esperanzas de una recuperación vigorosa a corto plazo de la demanda interna, por lo que mejorar la competitividad con una inflación contenida es capital para acrecentar las exportaciones como vía de impulso de la actividad.

l Exportaciones. España es una potencia exportadora superior a la griega y tiene multinacionales propias y compañías con prestigio internacional en un grado muy superior a Grecia. Telefónica, Repsol, Santander, BBVA, Zara, grandes constructoras especializadas en obra pública y otras muchas son empresas con gran implantación en el exterior. Se trata de un activo diferenciador que no se puede desdeñar como síntoma del potencial económico de cada país.

l Ahorro privado. Las agencias de «rating», cuya calificación crediticia puede penalizar y encarecer la financiación de un país, analizan muy diversas variables pero entre los cinco rasgos más vulnerables de España diagnosticados esta semana por S&P, se destacó el grave endeudamiento de las empresas y familias españolas. Esta debilidad, propia de un país que ha vivido durante una década por encima de sus posibilidades, se está corrigiendo, como replicó el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa. La tasa de ahorro española es del 20% de la renta, el doble que la de Grecia.

l Calificación. S&P redujo el miércoles su nota de solvencia sobre España de «AA+» (notable alto) a «AA» (notable). Las otras dos compañías de «rating» (Fitch y Moody's) mantienen la máxima calificación (triple A). Ningún otro de los países denominados despectivamente como «PIGS» (Portugal, Italia y Grecia, a los que ahora también se suma Irlanda) goza de notas tan elevadas. Tomando como referencia S&P, la deuda griega («BB+», calificación propia de los llamados «bonos basura») está ocho escalones por debajo de la nota española. Grecia ha sufrido ocho recortes de calificación en dieciséis meses: uno al bimestre.

l Prima de riesgo. Los mercados diferencian con claridad el grado de solvencia española de la elevada incertidumbre griega. Esta semana la prima de riesgo (lo que cuesta a un país endeudarse en relación al coste que asume Alemania por hacer lo mismo) penalizó el bono público griego 6,4 veces por encima de lo que lo hizo con el español. Y esto supone que Grecia paga más de seis veces que España por financiarse. A causa del temor al contagio de la crisis helena, el diferencial del bono español con el alemán (referencia en Europa) se elevó a 108,19 puntos básicos (100 puntos básicos equivalen a un punto porcentual) mientras que el del bono heleno se situó en 693,41 puntos básicos.

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