Bruselas / Oviedo, Agencias

La Unión Europea cerró ayer filas para dar un balón de oxígeno a España. Por la mañana se conocieron las previsiones de la Comisión Europea (CE), que mejoró en dos décimas sus pronósticos sobre la economía española para el presente ejercicio, al calcular que el producto interior bruto (PIB) español se contraerá un 0,4 por ciento en 2010. Por la tarde, fue el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, quien calificó de «irracional» la especulación contra España, desencadenada, dijo, por «rumores infundados». Junto a él estaban el presidente de la Comisión de la UE, José Manuel Durão Barroso, y el primer ministro canadiense, Stephen Harper.

Las previsiones de primavera de la CE apuntan a que la economía española está en vías de salir de la recesión en 2010. Pero Bruselas advirtió también de que España deberá aplicar sin retrasos su «ambicioso» plan de reducción del déficit, para recuperar la confianza de los mercados y estimular el empleo y el crecimiento.

El crecimiento positivo no se producirá hasta el segundo trimestre de 2010. Según las proyecciones de la CE, el PIB español se estancará en el primer trimestre (0 por ciento), crecerá un 0,1 por ciento en el segundo, caerá un 0,2 por ciento en el tercero y regresará al positivo en el cuarto, al incrementarse un 0,2 por ciento, una décima más de lo previsto inicialmente.

La CE volvió a explicar que el desajuste entre el segundo y tercer trimestres refleja «un adelanto de los planes de consumo» asociado a la entrada en vigor de la subida del IVA, el 1 de julio.

El presidente del Consejo Europeo aseveró horas después que «la situación en España no tiene nada, pero nada que ver, con la situación en Grecia, que es única debido a la combinación de tres factores que no se dan en ningún otro lugar: la insuficiente credibilidad de sus estadísticas, un problema serio de competitividad y un nivel muy alto de deuda». Los datos de España, ya sean de crecimiento, déficit público o deuda, son «totalmente diferentes» a los de Grecia, insistió Herman van Rompuy.