Oviedo / Madrid,

Agencias / L. G.

La inflación española se colocó el pasado abril en el 1,5% (1,6% en Asturias), la tasa más alta desde diciembre de 2008, certificando que los precios miran arriba en España, pero la letra pequeña del índice de precios al consumo (IPC) aportó ayer otro dato que es inédito en los 24 años que lleva elaborándose la estadística: la llamada inflación subyacente registró un retroceso (-0,1%), resultado que el Gobierno achaca a cuestiones estacionales, pero que, según otras opiniones, puede ser también un reflejo de la debilidad del consumo. Algunas informaciones periodísticas y ciertos analistas apuntaron que a la luz de ese dato en España puede reaparecer el fantasma de la deflación.

La deflación es una situación en la que los precios bajan de manera generalizada y durante un período continuado. Supone un fenómeno muy temido y difícil de contrarrestar, porque la economía entra en un círculo vicioso: los negocios bajan sus precios ante la depresión de la demanda, pero la expectativa de que continúen bajando frena el despegue de las ventas; las empresas terminan por verse abocadas a una reducción de costes, de modo que la deflación conduce a más destrucción de empleo y de actividad.

¿Está España ante ese abismo? Políticos de la oposición (sobre todo del PP) y economistas alertaron en 2009, durante meses, de que España estaba en deflación o muy cerca de ella, porque el IPC estuvo bajando hasta octubre. Sin embargo, en ningún momento de 2009 llegó a descender la inflación subyacente, que excluye del cálculo los carburantes y los alimentos no elaborados, los componentes más «volátiles» entre los que se utilizan para calcular la evolución de los precios. El pasado año el Gobierno achacó los episodios de inflación negativa al descenso del precio del crudo. Cuando éste repuntó, a partir de finales de año, el nivel general de precios de España se recuperó.

La situación es otra ahora. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los precios están más altos que a la misma altura de 2009, pero la subida prácticamente está relacionada con los productos energéticos: la subida del gas natural, que elevó los costes asociados a la vivienda (3,4% interanual), y el impacto del encarecimiento de los carburantes en el transporte (8% más caro que hace un año). También han subido las bebidas alcohólicas, el tabaco y, de manera suave, los precios hosteleros (0,9%).

En cambio, bajan llamativamente otros epígrafes del IPC: según el organismo estadístico, los alimentos están como media un 1,9% más baratos que hace un año (-2,3% en Asturias) y también han bajado los precios de la ropa (-0,9%), las comunicaciones (por las rebajas en las tarifas de telefonía) y los productos agrupados como «ocio y cultura».

Con ese escenario el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, negó ayer que exista riesgo de deflación y achacó el dato negativo de la inflación subyacente a un efecto puntual por la coincidencia de la Semana Santa en abril, a la repercusión del calendario en ciertos precios ligados al turismo. Expertos como el economista Emiliano Carluccio, del Instituto Flores de Lemus, comentaron ayer, según recogió el diario «Cinco Días», que el peligro o no de deflación dependerá de cómo impacte en el consumo la bajada de sueldos de los funcionarios y su posible reflejo en los salarios del sector privado. El diario británico «Financial Times» habló ayer directamente de riesgo de deflación para España.