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Oviedo, J. L. S.

Suele decirse que la Bolsa funciona como un barómetro, que permite medir con alguna precisión el clima económico o anticipar el comportamiento futuro de la economía. Visto lo ocurrido en la última semana, con el mercado español pasando en cinco días de la mayor euforia (subida del 14,4% el lunes) a una de sus mayores depresiones, resulta complejísimo vislumbrar, dicen los analistas, tan siquiera lo que va a ocurrir mañana, lunes, aunque lo lógico sería que las compras y las subidas predominaran porque el desplome del viernes (6,64%, el mayor del año) colgó el cartel de rebajas en muchos valores.

Pero la lógica es siempre resbaladiza en el parqué bursátil, y más cuando, como ahora, dominan la incertidumbre, el nerviosismo, la hipersensibilidad y hasta cierta esquizofrenia. Como la que un día (el lunes) llevó a los inversores a jalear los mecanismos de rescate impulsados por los países de la eurozona y los anuncios de mayores ajustes fiscales para reforzar la solvencia de países como España, mientras que unas pocas jornadas después (el viernes) el temor a que esos mismos ajustes fiscales comprometan el crecimiento de los mismos países abonó el terreno para las pérdidas.

¿Qué causa tales vaivenes? Ramón Suárez, director de la agencia de inversión Essentia, afirma: «A pesar de las decisiones del pasado fin de semana -el mecanismo de rescate aprobado para blindar el euro y la intervención del Banco Central Europeo (BCE) en el mercado de deuda-, el mundo financiero sigue temiendo por la supervivencia del euro, lo que está facilitando las apuestas especulativas».

La especulación, con la retirada masiva de «posiciones cortas», de apuestas a la baja contra valores españoles (sobre todo los bancos), fue clave en la subida histórica del lunes en el Ibex 35, a decir de los expertos. Un repliegue tras el ataque de la semana anterior, contrarrestado con el mayor gesto de gobernanza económica común de la eurozona desde su creación: la aprobación por los jefes de Gobierno de mecanismos de rescate coordinados con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y con el BCE. Una reacción de efecto transitorio, porque el pánico volvió el viernes al hilo de la caída de la moneda europea en el mercado de divisas, que siguió pese al fuerte paquete de rescate. Ciertos analistas sostienen que en esas reacciones han influido los continuos matices, aclaraciones, dosis de inseguridad a la postre, que han introducido los organismos internacionales sobre el mecanismo de rescate y los respectivos países sobre sus programas de ajuste fiscal.

España está en el ojo del huracán. «Es más fácil hacer apuestas especulativas contra un país con problemas», afirma Ramón Suárez. Y la tensión ha subido por la desconfianza sobre la ejecución de las medidas extraordinarias del ajuste español (reducción de 15.000 millones de gasto público entre 2010 y 2011, incluidos recortes sociales) y el choque del Gobierno con los sindicatos, con amenaza de huelga general incluida. «Se deteriora la confianza y los inversores extranjeros dejan España», alerta Suárez.

El mercado bursátil saludó especialmente que el BCE se decidiera a salir en ayuda de la deuda pública de países problemáticos de la eurozona comprando bonos, como comenzó a hacer a principios de esta semana. Pero la paz fue efímera. «Los mercados están diciendo que no creen en el plan de ayuda; así que los inversores venden acciones y compran bonos a largo plazo, sobre todo alemanes», ha destacado José Carlos Díez, de Intermoney.