Oviedo, J. L. S.

Europa se intenta poner dura con los especuladores que están detrás de al menos parte de las perturbaciones que últimamente han afectado a la bolsa y a los mercados de divisas y deuda pública. Los gobiernos de la eurozona han puesto en marcha la maquinaria para impulsar una directiva que intensifique el control sobre los «hedge funds» o fondos especulativos, vehículos de inversión que a menudo están al margen de los controles convencionales, que operan desde paraísos fiscales y que movilizan ingentes cantidades de dinero (se estima que unos dos billones de euros).

El origen de los «hedge funds», explica Javier García, director de Renta 4 en Oviedo, se remonta a 1949. «Históricamente han gozado de alta opacidad y poca regulación», añade. Actúan por lo tanto más libremente que los fondos convencionales: pueden pedir dinero prestado y utilizar posiciones cortas (apostar a la baja) para beneficiarse de las caídas en los mercados y, a diferencia de los fondos tradicionales, no están obligados a dar liquidez diaria. No tienen, expone Javier García, «un coeficiente de liquidez tan estricto».

¿Quiénes invierten en fondos especulativos? Tradicionalmente, destaca el mismo experto, estaban dirigidos a grandes fortunas. Pero ahora cualquier inversor que disponga de al menos 50.000 euros puede acceder a fondos que a su vez invierten en «hedge funds». El multimillonario de origen húngaro George Soros es uno de los inversores de «hedge funds» más potentes del mundo. En 1992 lanzó un ataque contra la libra esterlina que le permitió multiplicar su fortuna.

«Las medidas del Ecofin parecen encaminadas a reducir su apalancamiento (riesgo por deuda excesiva), hacer públicas sus inversiones con cierta regularidad y mantener sus activos en bancos europeos; en suma, una regulación más estricta», resume el analista asturiano. El extremo más controvertido está en la autorización para operar de los gestores de fondos ajenos a la UE. Reino Unido reclama que si esos gestores son autorizados por el supervisor de un estado miembro tal permiso sirva como una especie de pasaporte para actuar en todos los países de la Unión. Lo quiere Gran Bretaña, explica Javier García, porque en la City londinense se concentra hasta el 80% de los «hedge funds» europeos y la concesión del «pasaporte» permitiría al país británico abrir sin problema las puertas de los mercados europeos para fondos que proceden de paraísos fiscales dependientes de Reino Unico, como Jersey o Islas Caimán.

Pero, destaca Javier García, el mecanismo del «pasaporte» no está incluido en el proyecto de directiva. EE UU también se ha quejado de que la normativa en estudio complica el acceso al mercado de empresas estadounidense.