Oviedo, Javier CUARTAS

Oviedo

Las dos operaciones sucesivas de expansión que acaba de desencadenar Cajastur en apenas seis meses, y que le van a permitir escalar de la vigésima posición en el «ranking» nacional de cajas a situarse al frente del tercer grupo de este tipo de entidades de ahorro y del quinto operador financiero del país han sido el fruto de una estrategia dirigida de forma muy personalizada por el presidente de la caja asturiana, Manuel Menéndez, con el apoyo de un reducto muy restringido de personas, apenas un binomio de colaboradores directos de su máxima confianza: Felipe Fernández, director general, y Jesús Ruano, director del área de empresas participadas.

Tanto la puja por CCM a través del banco Liberta, filial de Cajastur, como ahora el liderazgo de una «fusión virtual» entre Cajastur, CAM, Caja Extremadura y Caja Cantabria, han sido apuestas estratégicas de largo alcance y de asunción de retos nada menores para una entidad mediana que han de atribuirse en su concepción, diseño y realización a Menéndez.

En ambos casos, los hombres de más extrema confianza de este catedrático de Economía, que lleva desde 1995 al frente de la caja asturiana, han sido Felipe Fernández, un viejo amigo, ex discípulo y compañero de claustro en la Universidad ovetense, y Jesús Ruano, un hallazgo sobrevenido al que Menéndez conoció en pleno ataque de opas y contraopas sobre HC Energía entre 2000 y 2001.

Manuel Menéndez y Felipe Fernández se conocieron en posiciones desiguales. Naturales ambos del concejo de Salas, el ahora presidente de Cajastur fue alumno de Fernández cuando éste, formado en la Universidad del País Vasco, impartía la asignatura de Estadística en la Facultad de Económicas de Oviedo. Pocos años más tarde, ya licenciado en Ciencias Económicas, Menéndez se convirtió en profesor y, en consecuencia, en compañero de Fernández. Fue un periodo en el que aún más estrecharon aún más su relación personal.

Fernández, que ya había tenido militancia política en la etapa universitaria, dio el salto a la vida pública con la formación de los primeros gobiernos autonómicos de Asturias. En 1983, en el primer ejecutivo de Pedro de Silva, asumió la dirección general de Economía. En la siguiente legislatura (1987) pasó a ser consejero de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Vivienda, también con De Silva. Y en 1991, ya bajo la presidencia de Juan Luis Rodríguez-Vigil, asumió la Consejería de Agricultura. La dimisión de Vigil en 1993 puso fin a la carrera política de Fernández, ligada a equipos socialistas. Ese mismo año se incorporó a la empresa eléctrica asturiana HC, de la que Cajastur era uno de sus accionistas de referencia, y en la que Fernández pasó a desempeñar diversos cargos directivos.

Cuando Manuel Menéndez, presidente de Cajastur desde 1995, se convirtió en presidente de HC -lo que ocurrió en 2001, tras la desinversión de los últimos reductos de la burguesía asturiana en la eléctrica-, Fernández se convirtió en dirección general de Finanzas y Administración de HC. Esta responsabilidad la ocupó durante dos años. En 2003 Menéndez lo nombró director general de Cajastur, un cargo que había desaparecido en la caja asturiana una vez que Manuel Menéndez había asumido el control ejecutivo pleno a mediados de los años 90.

HC y la monumental pugna por su control entre 2000 y 2001 -en menos de dos años la empresa energética fue objeto de cinco ofertas públicas de adquisición (opa) desencadenadas por grupos nacionales y extranjeros- fue el momento crucial y crítico en que se encontraron -y batallando del mismo lado- Manuel Menéndez y Jesús Ruano Mochales. Este economista madrileño (y madridista, como el propio Menéndez), licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por CUNEF y especializado en finanzas por Deusto, había trabajado como «assistant manager» del histórico banco de los Rockefeller, el Chase Manhattan Bank, desde 1997, y en 2000, justo cuando se producen los ataques por el control de HC, Ruano acababa de incorporarse al banco de inversión NM Rothschild & Sons como subdirector de Fusiones y Adquisiciones. Rothschild & Sons fue el banco de negocios contratado por Cajastur para diseñar su estrategia defensiva con el fin de preservar su dominio sobre HC frente a las ofensivas de Ferroatlántica, RWE y EnBW, los tres competidores que persistían en ese momento, y que habían contratado el talento de otras consultoras y bancos internacionales.

Como subdirector de Fusiones y Adquisiciones de Rothschild, Ruano fue quien trabajó codo con codo con Menéndez para frenar la ofensiva en favor de alianza formada por Cajastur y la eléctrica portuguesa EDP, y que fue la opción triunfadora y que acabó imponiéndose a sus contrincantes. Ruano fue un descubrimiento para Menéndez por su trabajo en el diseño de la arquitectira de aquella operación corporativa. La oferta Menéndez que le hizo a Ruano tiempo después para que se incorporara a Cajastur se materializó en 2005. Desde entonces es director del área de empresas participadas de Cajastur y consejero en varias de ellas: Itínere, Telecable, Capsa, GAM, Ence y Sedes. Ha estado en el diseño de la operación de CCM y ahora en la de la «fusión fría». Padre muy reciente, aseguran que últimamente pasa más tiempo en los aviones que en el despacho.