Oviedo, Marián MARTÍNEZ

La patronal del metal asturiano, Femetal, quiere negociar con los sindicatos fórmulas que permitan recuperar las escuelas y la figura del aprendiz, adaptada a las condiciones socioeconómicas del siglo XXI, combinando la formación en el taller con la formación teórica y buscando un sistema de retribución que se adapte a la capacitación profesional que se vaya adquiriendo. Y es que, según el sector, en cinco años harán falta por lo menos un millar de profesionales en distintos oficios para realizar el relevo generacional. El marco que Femetal utilizará será, previsiblemente, la próxima negociación del convenio colectivo, en el que se ha mantenido la figura del joven aprendiz, recogiéndola incluso en la tabla salarial.

La necesidad de recuperar al aprendiz se ha convertido casi en una obsesión para los empresarios del metal, que ven cómo sus plantillas envejecen sin que sea posible asegurar el relevo generacional en un sector con gran proyección de futuro y capacidad tecnológica. Se ha intentado a través de la formación dual, pero con escaso éxito. Y también con la utilización de los contratos en prácticas, que los empresarios descartan porque, afirman, resultan costosos y los resultados han sido a menudo desalentadores.

Álvaro Alonso, secretario general de Femetal, explica que «una persona se convierte en oficial después de varios años trabajando en el taller, y eso tiene un coste tremendo para el empresario, con el riesgo añadido de que luego se vaya». Una persona en prácticas cobra, según la patronal, una media entre 600 y 800 euros al mes. «El problema es que están aprendiendo y la retribución es como si trabajase y sacase producción adelante, con lo que se convierten en un coste añadido muy elevado, que se suma a los impuestos y las cotizaciones a la Seguridad Social», añade el directivo.

Los empresarios saben que no pueden avanzar en este camino solos y piden la colaboración del Principado y del sistema educativo. «El problema ahora es que las horas de prácticas no se ven como la entrada en el mundo laboral, sino como un trámite necesario para acabar un curso. Tal y como se plantean sirven para poco», asegura Álvaro Alonso.

El problema del metal se sigue con atención desde la Federación Asturiana de Empresarios (FADE). Su secretario general, Alberto González, coincide en el análisis: «El plan de prácticas profesionales del sistema de formación reglada no funciona, porque no hay conciencia de que los alumnos van a trabajar, no a ver qué hacen los que están en el taller. Es necesario encontrar la fórmula de combinar la formación teórica con la práctica, pero implicando al alumno para que de verdad se vea como parte de la plantilla en el sentido de que tiene que cumplir sus horarios, las reglas, convivir con otras personas... Todo lo que implica el mundo laboral. Si esto se hiciera bien, con el mismo peso en la formación curricular del trabajo en las aulas que en el taller, se conseguiría avanzar y los empresarios podrían comprobar la aptitud y la actitud de los jóvenes que tiene en su taller y de ahí saldrían contratos seguro», afirmó.

El problema es «conseguir que se cambien los conceptos, que esas prácticas pasen de verse como una oportunidad y no como una obligación y buscar fórmulas de retribución que se adapten a la capacitación profesional a través de la experiencia. Y no se trata de explotar a nadie, se trata de que para formarse también hay que esforzarse, y se ha perdido la cultura del esfuerzo», afirmó Alberto González.

Los empresarios del metal consideran necesaria la ayuda del Principado. Es un apoyo que puede resultar favorecido, creen los empresarios, por el hecho de que ya existe una red de centros de formación profesional reglada con experiencia y vínculos con la industria del metal. Y estos centros están, además, dotados de profesores cualificados y con infraestructuras y equipamientos que, si bien en algunos casos deben ser actualizados, se pueden utilizar para que los alumnos se puedan familiarizar con la maquinaria antes de llegar al taller.

Los empresarios entienden que se dan todos los requisitos para que se apueste por el sector. El metal supone el 10% del PIB de Asturias, cuenta con un alto nivel tecnológico y de internacionalización y con una diversidad de actividades que permiten una gran complementariedad del sector y entre empresas.

Pero el metal asturiano se encuentra con otro problema añadido: no resulta atractivo y los empresarios lo saben. De ahí que desde la propia patronal se haya iniciado una campaña de captación, de atracción de jóvenes. Una labor en la que también se ha empeñado la Fundación Metal. «Hay una idea, un estereotipo del metal que ya no coincide con la realidad. Se piensa en enormes talleres donde hace falta la fuerza física para trabajar y mover piezas, donde todo está sucio y las condiciones sociolaborales son malas. Y nada más lejos de la realidad», sostiene Álvaro Alonso. «El 86% de los trabajadores tienen contrato indefinido, el convenio sectorial tiene numerosas ventajas, el trabajo está bien remunerado y su cualificación y nivel tecnológico son punteros. De hecho, las empresas compiten con éxito en el mercado internacional», concluye.