Avilés,

Marián MARTÍNEZ

Los empresarios del metal asturiano están haciendo piña con Daniel Alonso para sacar adelante una propuesta negociada con los sindicatos que permita recuperar la figura del aprendiz y aquellas escuelas que, como las de Duro Felguera, Ensidesa o la Fábrica de Armas, dieron a la región miles de oficiales en los más variados oficios que han permitido que el sector se convierta en un pilar básico de la economía asturiana. Y es que calculan que cuando repunte la crisis harán falta 2.000 oficiales para poder optar a proyectos nacionales e internacionales. La idea del proyecto que defienden Alonso y otros empresarios del metal se basa en que los alumnos se formen íntegramente en los propios talleres, repartiendo la jornada laboral de manera progresiva entre la teoría y la práctica y con sueldos acordes a su evolución. Quieren «canteras de oficiales».

«No sirve de nada enseñar en un aula y luego llegar a los chavales unas semanas a que vean un taller de verdad. Hay que ponerlos junto a los oficiales, integrarlos en el día a día. Que aprendan la teoría, dibujo, interpretar planos, croquizar..., y pero que la puedan ver de inmediato aplicada a la práctica. Y que sepan lo que es la disciplina del trabajo, el trabajo en el taller, estar con los compañeros... El mundo real».

Ésta es la filosofía de la idea de Daniel Alonso para formar a jóvenes oficiales que permitan realizar el relevo generacional dentro de cinco años, pero que también estén preparados para dentro de dos años, cuando se calcula que empiece la recuperación importante de la crisis. «Cuando empiece otra vez a entrar carga de trabajo de manera importante, no tendremos personal para afrontarla. Es un tremendo error dejar que se muera la gallina de los huevos de oro y en esto tenemos que ir de la mano la patronal y los sindicatos», afirma el empresario avilesino.

Alonso se muestra sorprendido del apoyo que está recibiendo por su implicación en la recuperación de los aprendices para convertirlos en oficiales. Y es que a los empresarios del metal no les gusta salir a la palestra, ni que se hable de ellos ni de sus proyectos. Así que la decisión del industrial de Avilés les ha animado para preparar su estrategia. «Nadie quiere hablar de explotar a los jóvenes, ni mucho menos. Estamos en el siglo XXI y el que trabaja tiene que cobrar. Pero la formación también cuesta dinero. Así que habrá que pensar una fórmula», asegura Daniel Alonso.

Y aporta una idea. Las ocho horas laborales se deben repartir entre la teoría y la práctica. Como en teoría al principio los jóvenes aprendices sabrán «poco o nada», pues tendrán más horas de teoría, pero en el taller, a pie de obra para ir comprobando en la práctica aquello que aprenden en el aula. Las horas de teoría se irán rebajando y las de prácticas aumentando a medida que los alumnos avancen. Y en la misma proporción crecerán sus salarios, que también serán proporcionales según el oficio escogido. No es lo mismo un calderero, responsable máximo en el taller, que un soldador. Diferencias que también se tienen que marcar en los sueldos.

Según su experiencia, un soldador puede estar listo para trabajar en distintos procesos en un año y medio. El calderero necesita como mínimo cuatro años, como un eléctrico o un hidráulico. En el caso del mandrilador, serían seis años.

«Hemos perdido unos años estupendos al eliminar las escuelas de aprendices y la figura como tal. Ahora tenemos que trabajan deprisa, con urgencia, porque si no dentro de un par de años perderemos obras por falta de personal o tendremos que traerlos de fuera. Y sería una pena en una región con la tradición y la fama que tiene el metal asturiano», aseguró Daniel Alonso.

Los empresarios se han convencido de que «hay que vender el metal actual, el del siglo en el que estamos, donde se aplica tecnología, donde la seguridad y la higiene son máximas, no hay ruidos ni peligros, menos horas de trabajo que hace sólo unos años», aseguran.