España está intervenida de forma oculta para evitar un cataclismo europeo, señala el economista asturiano Juan Velarde, consejero del Tribunal de Cuentas y premio «Príncipe de Asturias» de Ciencias Sociales. Velarde reclama una reforma del sistema de pensiones y más flexibilidad en el mercado laboral, así como un verdadero mercado único en España. Denuncia que España creció en los años de bonanza con un excesivo endeudamiento exterior.

-¿Es comparable esta crisis con la Gran Depresión del 29?

-Es semejante por la magnitud y el desequilibrio global, pero los planteamientos son diferentes: en el 29 los dirigentes se encogieron de hombros durante muchísimo tiempo, no se supo reaccionar rápido. Esta vez las reacciones fueron instantáneas. Otra cosa es que las cosas se hicieran bien, mal o regular. Por eso, en muchos países se ha notado rápidamente un alivio.

-¿Qué han hecho los alemanes que no hagamos los españoles para salir de la crisis?

-Alemania tiene un mecanismo competitivo perfecto, con una actividad industrial exportadora enorme. Los españoles tenemos unos déficits exteriores de envergadura, porque no ha habido reformas básicas para conseguir que la economía española sea competitiva.

-¿Aún no se han dado pasos para lograr esa competitividad?

-No veo que se esté haciendo. No se están abordando los problemas de un sector energético cada vez más caro. En cada autonomía hay medidas intervencionistas diferentes que al romper la unidad del mercado disminuyen la productividad. No se cambia la financiación del Estado del bienestar, que recae sobre todo en los empresarios.

-¿La reforma laboral y la de las pensiones resuelve el problema?

-No si no se hace en serio y a fondo. ¿Ha cambiado la cotización de un empresario en relación con las pensiones? No, no hasta ahora.

-¿Cuál es el modelo?

-Hay que cambiar el sistema de arriba abajo. En 1995 un grupo de expertos dirigido por José Barea publicó un libro sobre lo que se nos venía encima y cómo había que cambiarlo. Se miró hacia otro lado. Ese mismo año Pedro Solbes propuso el aumento de las pensiones privadas, con la consiguiente polémica. «Vaya bomba de relojería tienen ustedes», me dijo el premio Nobel de Economía Franco Modigliani. La bomba ahora ha estallado.

-¿Tiene sentido retrasar la jubilación cuando el 40% de los jóvenes no encuentra trabajo?

-Tenemos un sistema laboral muy rígido. En España, si la tasa de desempleo baja del 12%, aumenta la inflación y no se genera competitividad. Eso es culpa de nuestro sistema laboral. Y si el crecimiento del PIB no supera el 2%, no generamos empleo.

-Pero el paro sube al tiempo que se dispara la inflación.

-Se creyó que al aumentar la inflación bajaba el paro. Pero hay países, entre ellos España, que se comportan de manera distinta, porque depende mucho de las exportaciones. Estamos en la zona euro, no se puede devaluar, aumentan los costes y por ello el desempleo.

-¿Está garantizada la permanencia en el euro?

-No defiendo la peseta. Era un elemento inflacionista y entrar en el euro significó un avance. Pero no se puede estar en un área monetaria óptima si no se controla el déficit exterior, el de cuenta corriente y el público. Así es imposible mantenerse dentro del euro. Y si se sale ahora, el cataclismo para la economía española sería escalofriante: la fuga de capitales nos dejaría tiritando.

-¿El déficit exterior es achacable a los empresarios?

-No. España mantiene su peso en el cómputo global de las exportaciones. Los empresarios que han perdido el mercado interior se las están arreglando fuera y eso es un esfuerzo tremendo. Es una señal de capacidad empresarial importante. Pero la competitividad de la economía es débil, necesitamos importar mucho para crecer, hay mano de obra extranjera que envía sus fondos fuera y hemos pedido créditos al exterior.

-¿Hay riesgo de fractura social en España?

-Lo frena la institución de la familia. Pero si ésta pierde fuerza o es menos capaz de amortiguar la crisis porque todos sus miembros queden en el paro, y si el gasto del sector público no sirve para atenuar la situación, habrá fractura. Hay otros mecanismos de compensación, como la economía sumergida, que alcanza ya el 20% del PIB, lo que es una barbaridad, al igual que la economía criminal está avanzando.

-Se dice que uno de los problemas en España es la falta de cualificación. Ahora nos sobran jóvenes titulados y en paro.

-Y así seguiremos si no se cambia el modelo laboral español, que se parece al juego de las cuatro esquinas. Lo explicaba muy bien Víctor Pérez Díaz: en la primera esquina están los que tienen un empleo fijo y están amparados por los sindicatos. En la segunda están los empleados eventuales, que tratan de llegar a la 1 y que a veces son empujados a la número 3: la economía sumergida. En la cuatro están los pensionistas, que pasan muchas veces a la economía sumergida para completar ingresos. Los de la 1 tratan sólo de llegar a la 4. Y en el medio están los jóvenes que tratan de llegar a cualquier esquina, salvo a la de los jubilados. Pero los sindicatos ponen barreras en la número 1 y frenan que se flexibilice el empleo.

-Se alerta sobre la posible insolvencia de algunas cajas.

-En 1995 Jaime Tejeiro publicó un artículo advirtiendo sobre la situación de las cajas. No se hizo nada hasta que llegó el desastre de gestión en muchas de ellas. Las medidas del 77 que lanzaron a las cajas a la actividad crediticia, como los bancos, fueron un desastre. Las cajas funcionaron cuando se movieron en un mundo de microcréditos, el Estado les obligaba a invertir públicamente parte de sus recursos y su capacidad de acción era muy pequeña. Por eso no les afectó la crisis bancaria del 77 al 94. Hay que convertirlas en entidades privadas del todo, sin presencia de políticos.

-¿Los mismos que causaron la crisis son los que ahora dictan las reglas a los gobiernos?

-No se olvide de que la crisis financiera nace de una decisión política en EE UU, que autoriza las hipotecas «subprime» para enmendar la tremenda desigualdad existente en el reparto de rentas y reducir tensión social. El resto de sistemas financieros se fió. Y en España se sostuvo el crecimiento con un endeudamiento exterior enorme. Son necesarias políticas financieras ortodoxas. Muchos advirtieron de lo que iba a ocurrir con el endeudamiento español. Pero nadie los escuchó. Ahora se empieza a rectificar, pero estamos a la espera de más sustos en el sistema financiero español, cuando se aplique la normativa de Basilea III.

-¿Ve usted alejarse el fantasma de la intervención en España?

-En España hay una intervención oculta. Por eso el Gobierno parece que hace cosas extrañas. Pero si cae la economía española lo que puede ocurrir a entidades financieras de otros países, léase Alemania, es tremendo. Nosotros no somos Portugal o Grecia, pesamos muchísimo en la economía europea por la cantidad de créditos que se nos han dado. Por eso la presión y, al mismo tiempo, la conmiseración.