Oviedo, Raquel L. MURIAS

Tener un premio fin de carrera en sus currículos les ha servido para mucho en lo privado y para poco en lo público. Sus abuelas les dan palmaditas en la espalda, sus padres se sienten orgullosos y hasta ellos mismos, aunque discretos, saben que hincar el codo llevó horas, tiempo y dedicación. Pero los asturianos con un expediente brillante no lo tienen más fácil a la hora de meter la cabeza en el mundo laboral. «Licenciarse o diplomarse hoy en día es casi una obligación», explican. Seis estudiantes brillantes relatan a LA NUEVA ESPAÑA cómo sus carreras son carreras, pero de fondo, y por eso la mayoría de ellos sigue formándose o prepara una oposición, convencidos de que «como nosotros hay muchos», resaltan.

Mishael García supo desde que era un niño que quería ser maestro de Educación Física, como su abuela Gina. «Ella me llevaba a jugar de pequeño y al final acabábamos haciendo ejercicios», recuerda. A sus 21 años Mishael García sabe que «probablemente» no acabe viviendo en Gijón, pero mientras el Principado decide si este año hay o no oposiciones al cuerpo de maestros, trabaja como monitor en varios colegios y en el centro de tecnificación de atletismo de Gijón. Mishael García ve lejano ser un «maestro de verdad, en un colegio público», pero aunque desencantado con «lo poco que se valora un buen currículo a nivel profesional», no piensa en dedicarse a otra cosa. Su abuela Gina no se lo perdonaría nunca, y él tampoco.

A Román Martínez le ha dado por coleccionar carreras. A sus 46 años, tiene dos diplomaturas y una licenciatura. También una hija, a la que tuvo que decirle muchas veces que había que esperar para jugar «porque tenía que estudiar». Su padre se empeñó en sacar la diplomatura de Audición y Lenguaje en dos años, así que ya habría tiempo para la partida de parchís. Román Martínez trabaja en un centro privado de lo que le apasiona: la formación. Pero tras un amplio bagaje de trabajo a sus espaldas, Román Martínez cree que el sistema falla por muchos sitios. «Yo soy muy crítico, pero pienso que algo no está bien. En otros países con esta formación tendríamos un trabajo mucho mejor remunerado, estaríamos en otro nivel mucho más avanzado», explica. Román Martínez no se plantea «por el momento» embarcarse en otra carrera que no sea seguir dedicándose a lo que le gusta y volver a salir los fines de semana a hacer senderismo, una afición que tuvo que dejar de lado para avanzar por otro camino, el profesional.

Santiago Folgueras es físico. Tiene 23 años, vive en Oviedo y ahora hace un máster en la Universidad de Cantabria, al mismo tiempo que estudia el doctorado en la Universidad de Oviedo, en el grupo de Altas Energías. Santiago Folgueras, hombre de números, asegura que jamás ha dejado de hacer nada para sacar su carrera con notazas. Su fascinación por «¿Cómo funcionan las cosas?» y los ánimos de una familia que siempre le inculcó que era importante formarse para encontrar un buen trabajo han hecho de él un joven con un futuro prometedor. «Sé que tengo que seguir ampliando mis estudios porque licenciarse es casi una obligación». Santiago Fernández echa sus cálculos: todavía le quedan tres o cuatro años para terminar la tesis y, después, buscará una estancia posdoctoral en alguna Universidad. «En Suiza», piensa en voz alta. Santiago Folgueras tiene todavía muchos mecanismos que desmenuzar antes de empezar a trabajar; entonces él enseñará a los que vienen detrás.

El mercado laboral y la difícil coyuntura económica que padece el país también los ha llevado a seguir estudiando, algo que saben que hacen «por vocación», explica Tamara Valdés. Esta joven ovetense de 28 años, licenciada en Psicología y diplomada en Magisterio, quiere «ayudar a la gente a progresar». Le encantan los niños; de hecho, mientras prepara las oposiciones, cuida a unos por las tardes. Tamara Valdés cree que su premio fin de carrera ha sido un «reconocimiento bonito, pero cuando ves cómo está la situación, a veces, te desmoralizas. Hay que pensar que todo trabajo tiene su recompensa». Es la lección positiva que se da a sí misma la psicóloga que quiere ser maestra. La misma profesión a la que aspira María Piri Fernández, mierense de 23 años, maestra de Educación Especial y opositora aspirante a una plaza en un centro público. «A nosotros, que tenemos que opositar obligatoriamente, tener un premio fin de carrera de poco nos sirve. Nada nos exime de hacer el examen y, aunque te den una mínima puntuación, podrías conseguirla también haciendo cursos». María Piri no descarta ampliar su formación. «Una se desanima cuando está preparando las oposiciones durante mucho tiempo y depende de una convocatoria para encontrar un trabajo».

Y justo por esa dificultad de meter la cabeza en el mundo laboral con unas condiciones ajustadas a su nivel de formación, decidió Miguel Ángel García González seguir estudiando y comenzar el segundo ciclo de Informática. «De momento me conformo con entender cómo funcionan los ordenadores, pero tengo asumido que tendré que irme fuera para encontrar un buen trabajo», explica. Cuenta Miguel García que sabe que cuando empiece a trabajar «cobraré mil euros, pero espero acabar cobrando tres mil», eso sería lo justo, «percibir un sueldo acorde a la formación que has tenido, aunque yo, de momento, no soy más ni menos que mis compañeros de clase, por mucho premio fin de carrera que tenga», concreta el joven gijonés de 22 años. Diplomados, licenciados, con formación complementaria y un currículo brillante a sus espaldas esperan su oportunidad para encontrar su hueco en un mercado laboral cada vez más exigente. «Es cuestión de tiempo», asegura Santiago Folgueras, que ahora tiene que esperar, como la partida de parchís de la hija de Román.

«Se valora poco el buen currículo a nivel profesional»

<Mishael García >

Diplomado

«Si estuviéramos en otros países estaríamos a otro nivel»

<Román Martínez >

Licenciado y diplomado

«Licenciarse, hoy en día, es casi una obligación»

<Santiago Folgueras >

Licenciado

«Hay que pensar que todo trabajo tiene su recompensa»

<Tamara Valdés >

Licenciada y diplomada

«A un opositor, tener un premio fin de carrera le sirve de poco»

<María Piri >

Diplomada

«Empezaré cobrando mil euros, pero espero cobrar tres mil»

<Miguel Ángel García >

Ingeniero técnico informático