Nueva York, Agencias

El ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn, conocido como DSK, abandonó ayer la prisión de Rikers Island para trasladarse a una «casa segura» en Manhattan donde intentaba eludir el asedio de los medios de comunicación. Su salida se retrasó hasta las cuatro de la tarde (diez de la noche hora española) porque su esposa no encontraba quién le alquilase una vivienda, porque los vecinos del apartamento de lujo que quería contratar se negaban a compartir bloque con el ex alto mandatario internacional. DSK, de 62 años y acusado de siete delitos de intento de violación y abusos sexuales, cobrará una indemnización de 250.000 dólares (unos 175.000 euros) del FMI. Strauss-Kahn tiene derecho a una pensión vitalicia cuya cifra no se ha especificado y a un «suplemento de retiro» que supondría el 60% de sus remuneraciones. Según el «ABC News», su salario era de 420.930 dólares (296.000 euros), lo que supone que con el suplemento podría llegar a los 252.000 dólares anuales (unos 176.000 euros).

Los abogados de DSK entregaron ayer por la mañana a la Justicia de EE UU la fianza en efectivo de un millón de dólares y el bono garantizado por otros 5 millones para que el economista y político francés pudiera abandonar la peligrosa cárcel de Rikers Island a cambio de un arresto domiciliario con una pulsera electrónica que controle sus movimientos, estar bajo vigilancia por vídeo las 24 horas del día y pagar él mismo como mínimo a un guardia de seguridad que lo custodie.

Hasta aquí, Strauss-Kahn cumplía todos los requisitos exigidos por el juez para salir de la cárcel. Pero faltaba una pieza fundamental con la que no contaban ni el juez, ni la familia de DSK ni sus abogados: nadie les quería como vecinos.

En Estados Unidos las comunidades de vecinos de los edificios de un nivel económico elevado deciden si una persona o familia puede o no residir en ellos. Para ello, previamente requieren información de los solicitantes y de su entorno, les entrevistan e indagan en su vida personal y profesional. Y sólo si es de su agrado reciben el beneplácito para ser residente.

La mujer de Strauss-Khan, la periodista Anne Sinclair, eligió un lujoso edificio de apartamentos en la calle 65 de la isla de Manhattan, cuyo alquiler rondaría los 14.000 dólares mensuales, para la que será su residencia durante todavía no se sabe cuánto tiempo, ya que su esposo se enfrenta a penas de entre 3 y 25 años de cárcel. Pero sus propietarios «la rechazaron cuando descubrieron que Strauss-Kahn se quedaría allí», afirmaba ayer el diario «New York Post». Finalmente, la «casa segura» a la que se le trasladó sería propiedad de la compañía contratada para su custodia, según especulaban ayer distintos medios.