Cuando Juan Cueto Sierra (1930) dejó su Colunga natal con siete años no lo hizo en uno de los lujosos aviones que LAN Airlines, la compañía de la que es dueño, acaba de adquirir para renovar su flota de más de 90 aeronaves, sino que viajó en la bodega de un barco carguero, junto a su madre, sus hermanos y otras mil personas más. Todos a oscuras. La Guerra Civil estaba dando sus primeros pasos en España y no había que levantar sospechas. «Se oían las bombas, pero yo era un niño, no me daba miedo», recuerda. El barco lo llevó desde Gijón hasta Marsella. En la ciudad francesa Cueto apenas vivió unas semanas, y desde allí puso rumbo a Chile, donde residían sus tíos y donde forjó una importante trayectoria empresarial.

En unas semanas LAN, la compañía que Cueto rescató de la ruina en 1994, se convertirá en la principal aerolínea de América y en una de las más importantes del mundo. Será así cuando el Tribunal de la Libre Competencia autorice su unión con la brasileña TAM. Todo apunta a que la resolución será favorable al proyecto. «Éste es un paso más en el camino de expansión de la empresa, seguramente uno de los últimos que se dará», señala el empresario asturiano, que está pasando el verano en Colunga. Su amplia trayectoria empresarial lo ha llevado a ser galardonado con el premio «Asturiano del mes» de agosto que concede LA NUEVA ESPAÑA.

Asegura que nunca ha estado en la primera línea de la gestión de compañía. «Eso se lo dejé siempre a mis hijos», afirma, aunque sigue al detalle todo lo que rodea a la empresa. Sus tres hijos, Enrique, Juan e Ignacio Cueto, fueron los que, según iban saliendo de la Universidad, iban tomando el mando de la gestión de la compañía aérea.

Los bombardeos que vivió en Colunga cuando era un niño le ayudaron para forjarse como empresario. También se unió el hecho de que su padre, alcalde de Colunga durante los meses previos a la Guerra Civil, murió fusilado. «A los siete años no hay nada triste, para mi aquel momento no era dramático, pensándolo ahora, sí», señala el empresario, «la guerra te deja alguna huella, incluso en tu fortaleza para algunas cosas, y te da ciertas capacidades, te dan ganas de luchar y salir adelante. Te estimula y te deja marcado para toda la vida».

El asturiano, que mantiene muy vivos sus vínculos con Asturias (viene cada verano desde hace años), comenzó su carrera en el mundo de los negocios con un pequeño café en Santiago de Chile. Tenía sólo 18 años. Era un paso corto en el mundo empresarial antes de entrar de lleno en un negocio en el que, señala, le fue bastante bien, el del cuero. Llegó a tener dos fábricas en las que se hacían zapatos con este material. Una estaba en Chile y la otra en México. «Llegamos a tener diez tiendas de calzado en el país chileno y una importante cadena en Brasil», señala.

Mediada la década de los setenta del pasado siglo, la familia asturiana entró en el negocio inmobiliario y poco después en las finanzas. «Era una época en la que era más fácil cambiar de negocio, no como ahora», puntualiza Juan Carlos Cueto, el segundo de sus hijos, que también pasa largas temporadas del verano en Colunga, donde nació su padre.

Juan Cueto recuerda aquellos años en el negocio financiero e inmobiliario como «de intensa actividad»; pero estando metidos de lleno en el mercado bancario el negocio entró en crisis, y el sector, asegura su hijo, vivió una situación similar a la que están sufriendo ahora las cajas españolas, eran los principios de la década de los ochenta. Fue entonces cuando el empresario asturiano decidió poner tierra de por medio con la actividad bancaria y buscar una salida en la aviación. «Se nos presentó la oportunidad de adquirir una empresa carguera», explica, «en la que solo teníamos un avión, un Boeing 707, era una empresa muy chica que estaba quebrada y había sido adquirida por un banco hasta que la compramos nosotros». «No había mucho más donde invertir por aquella época en Chile», apunta su hijo.

Fast Air era el nombre de la primera compañía aérea de Cueto, que con los años acabaría siendo absorbida por LAN. Fue en 1994 cuando el empresario entró en esta última empresa, donde tenía como socio al actual presidente de Chile, Sebastián Piñera. Éste tuvo que abandonar la empresa y vender todas sus acciones tras tomar posesión de su actual cargo. «Le va a costar, pero estoy seguro de que como presidente de Chile va a hacer una buena labor», destaca Juan Cueto. Sólo tiene buenas palabras para el que fue su socio durante más de una década. «Es una persona honesta, leal, transparente, es un gran muchacho, con el que tengo una gran relación, pese a que no pertenecemos a la misma generación», destaca.

No fue hasta 1964 cuando Juan Cueto volvió a pisar suelo asturiano. Habían pasado casi tres décadas desde que saliera de Gijón en aquel barco carguero, pero mantenía muy vivo el recuerdo de cómo era el pueblo donde se había criado hasta los 7 años. «No era muy difícil, a un lado está la iglesia, y en la esquina, el bar, poco más hay», señala.