E. VÉLEZ

«Decidí trabajar porque no están los tiempos como para permitirse perder dinero»

<Lorena Fernández >

Panadera, 33 años

Persiana por la mañana y puerta abierta por la tarde. Esa fue la consigna ayer para gran parte de los establecimiento hosteleros y comerciales de Oviedo durante la jornada de huelga general. La marcha de los piquetes por el centro urbano desde primera hora de la mañana y hasta mediodía hizo que el miedo a sufrir destrozos y a retirar resina de la cerradura se impusiera entre los propietarios, que esperaron a que diesen las cuatro y los manifestantes se agruparan dispuestos a recorrer la ciudad para abrir sus locales.

Desde las doce de la noche del 29-M, la Policía Nacional se posicionó ante los núcleos más propensos a servir de escenario de algún conflicto: centros comerciales, estaciones de autobús y tren, y las principales vías ovetenses.

La primera señal de que algo estaba ocurriendo en la ciudad fue la basura acumulada en las calles. De los más de 300 empleados del servicio de recogida de basura, tan sólo 25 no acudieron a su puesto de trabajo y, sin embargo, resultó ser un número suficiente para suspender la actividad. Oviedo amaneció cubierto de desperdicios, en parte por las bolsas y cubos de basura de cada comunidad, pero también por los residuos repartidos en puntos estratégicos por los piquetes. Según fuentes municipales, cerca de 200 personas cortaron el paso de los camiones de limpieza viaria de madrugada y «la tira de petardos originó una situación de peligro al estar a punto de originar una explosión por la interacción de los gases emanados de la basura, como el metano, y los propios petardos».

Unas horas más tarde, alrededor de las siete de la mañana, el conflicto ocurría en el polígono del Espíritu Santo, junto a la base de los autobuses urbanos de TUA (Transportes Unidos de Asturias). La primera flota de transporte de servicios mínimos no pudo salir a la calle ante la presencia de varios piquetes. En torno a las diez de la mañana, los autobuses de las líneas 1 y 2, las más concurridas de la ciudad, lograron hacer su recorrido habitual tan sólo por espacio de dos horas, pero varias agresiones contra los vehículos y las continuas intervenciones policiales suspendieron las rutas.

De los 1.029 empleados públicos del Ayuntamiento en el turno de mañana, 225 secundaron la huelga, es decir, en torno al 21 por ciento de la plantilla municipal. Las 15 personas del turno de noche acudieron a su puesto de trabajo y, al cierre de esta edición, se desconocían los datos relativos a los 142 funcionarios en horario de tarde.

A media mañana eran pocos los establecimientos comerciales abiertos. Una larga cola ante una panadería o el murmullo de los clientes de un bar en penumbra delataban a los autónomos que no secundaron la huelga. «Hoy abrí la panadería a las siete de la mañana, pero coloqué la mercancía a oscuras para que no entraran los piquetes», explicaba ayer Lorena Fernández, empleada en una panadería, que tenía muy claro el motivo de su apertura: «decidí trabajar porque no están los tiempos como para perder dinero».

En la otra cara de la moneda, una estudiante de Filología Inglesa, Marta Menéndez, a punto de irse de Erasmus, reivindicaba la necesidad de ir a la huelga, «apoyo la medida de los sindicatos porque no tengo futuro ni en España ni en Asturias».

El único trabajador inmóvil mañana y tarde fue un mimo apostado frente al palacio de Calatrava. Tenía un puñado de monedas.

«Me manifiesto y apoyo la medida de los sindicatos porque no tengo futuro ni en España ni en Asturias»

<Marta Menéndez >

Estudiante, 25 años

«Hay otras medidas de presión antes que la huelga, que resulta totalmente improcedente»

<Javier González >

Empleado de HC, 60 años

«La reforma laboral sólo beneficia a los empresarios y deja solos ante el peligro a los trabajadores»

<Iván García >

Almacenero, 32 años

«El Gobierno central hará lo que quiera de ahora en adelante con huelga o sin huelga de los ciudadanos»

<Coral Álvarez >

Informática, 33 años