Avilés, Saúl FERNÁNDEZ

Los trabajadores de las grandes industrias de la comarca de Avilés secundaron mayoritariamente la huelga general convocada en la jornada de ayer en toda España. También las plantillas de buena parte de las empresas de los polígonos empresariales. El comercio de la villa cerró por la mañana y la hostelería, a ratos. Las medianas superficies, después de recibir la visita de los piquetes informativos.

«La producción y el consumo han estado bajo mínimos, paro total en la comarca: el gobierno tiene que tomar buena nota de lo que la clase trabajadora exige: cambios en la norma», aseguró Israel Castro, secretario comarcal de USO. «La huelga ha sido un éxito en la comarca y la presencia de la Policía ha sido desproporcionada: nunca, en toda la historia de las movilizaciones obreras de la democracia, hubo una presencia tan enorme de policías», apuntó José María Guzmán Pacios, secretario comarcal de CC OO. «Había más policías que piquetes, en ocasiones, hasta los doblaban», añadió Amado González, secretario de UGT en la comarca. «El cien por ciento de la industria ha secundado la huelga en la comarca», concluyó González.

La noche de la huelga se saldó con la quema de neumáticos a las puertas de una mutua de seguros. El incendio afectó a mobiliario en el mismo local. A las siete de la mañana ya estaba sofocado (se emplearon extintores de polvo). Algunos cajeros automáticos también amanecieron pintados y se quemaron unos pocos contenedores (uno de ellos, junto a las instalaciones de una empresa de distribución de oxígeno). Los piquetes detuvieron un autobús de línea, tiraron un petardo y se produjo una discusión entre dos viajeros y los sindicalistas y, posteriormente, entre estos dos mismos viajeros. Apenas hubo más incidentes en Avilés que la tensión que se produjo cuando los piquetes visitaban algunos locales comerciales: supermercados, tiendas o panaderías. La propietaria de varios de estos locales, a bordo de una furgoneta, intentó sortear a un piquete informativo que se había colocado en uno de los accesos al polígono de la ría. Tardó en frenar, se enfrentó a los sindicalistas y les tachó de «franquistas» por impedir su derecho al trabajo. Una de sus empleadas, unas horas después, aseguró que «no podía cerrar porque recibía órdenes de «la jefa». Unos piquetes llenaron de basura el suelo de un bar de Sabugo.

La acería de Arcelor de Veriña (Gijón) paró y, en consecuencia, según el acuerdo de servicios mínimos firmado por sindicatos y empresa, la acería de Avilés (LDA) funcionó a pleno rendimiento. Aguas abajo, «sólo fueron a trabajar los retenes de mantenimiento», confirmó Iñaki Malda, de UGT en Arcelor. «El paro en Arcelor fue absoluto», concluyó Malda.

«En la empresa Asturiana de Zinc se repartieron más cartas (servicios mínimos) que en el día de Nochevieja y Nochebuena», comentó Javier González, de UGT. «Por sentencia judicial, no se puede hacer huelga en Asturiana que, como siempre, vivió un estado de excepción», añadió Nacho Requena, de CC OO en la compañía que preside Santiago Zaldumbide.

En Alcoa el seguimiento fue absoluto. Los trabajadores de la empresa de seguridad secundaron la huelga desde el inicio del último turno del miércoles. La dirección de la fábrica reforzó su seguridad con otros trabajadores que no ocuparon los puestos de la portería que habían dejado libres los empleados en huelga para no ser acusados de esquiroles.

El seguimiento en Fertiberia y Saint-Gobain fue también casi absoluto. En la planta de Trasona se respetaron escrupulosamente los servicios mínimos. En la multinacional francesa se dio el caso de que un par de empleados acudieron a trabajar escondidos en los vehículos de algunos mandos intermedios, según fuentes sindicales.

La huelga en el Puerto de Avilés se notó especialmente en los muelles comerciales, donde no se movió ni un gramo de materias primas. En la lonja de Avilés, sin embargo, hubo rula, como en un día laboral.

En las medianas industrias el seguimiento del paro fue desigual: en algunas instalaciones se trabajaba con la puerta cerrada y en otras se había cerrado de manera absoluta. Las grandes empresas de transporte por carretera de la comarca atendieron únicamente los servicios mínimos de Arcelor.

En el comercio cerraron muchos de los pequeños comercios que ya amanecieron con carteles del estilo a «Cerrado por huelga» o «El jueves no iré a trabajar en todo el día». Los bares secundaron la huelga a ratos (en la hora del vermú se veían algunas terrazas llenas, como un domingo cualquiera). Los piquetes cerraron momentáneamente varios supermercados de la ciudad. Se produjeron momentos de tensión: las órdenes que tenían que seguir los encargados de los locales no eran compatibles con la presión de los sindicatos. «¡Vamos a darles cobertura, que las van a hacer trabayar a puerta cerrada!», gritó uno de los piquetes. Otro supermercado, en Marcos del Torniello, fue invadido por piquetes y también de policías. «Locales, Nacionales y secretas», como recordó Guzmán Pacios.