Oviedo, Luis GANCEDO

Severino García Vigón, presidente de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE) y de la Cámara de Comercio de Oviedo, alerta en esta entrevista de que esta crisis puede ponerse aún más cuesta arriba para la región por un peligro «terrible»: el impacto en los costes de Arcelor de la subida de tasas portuarias de El Musel. Vigón demanda una intervención urgente de la Administración asturiana y de la central para evitar que las tarifas de la dársena gijonesa suban un 30% y pongan a la primera industria del Principado en riesgo de deslocalización. El líder de los empresarios demanda también que Asturias pase con premura la página política del último año y que las negociaciones en marcha entre los partidos alumbren un Gobierno «estable y fuerte». «Estamos en situación límite», diagnostica.

-España se sumerge en la segunda recesión de esta crisis, sigue la desconfianza y la incertidumbre dentro y fuera del país, no hay crédito, Asturias está en un limbo político... ¿Cuál es el ánimo de la clase empresarial asturiana?

-No muy diferente del que tienen los empresarios a nivel nacional. Ninguna región se escapa. Quizás sólo se puede diferenciar el País Vasco, donde nos les va tan mal. Es común la preocupación y la incertidumbre entre aquellos que pueden contarlo, porque muchas empresas se han quedado por el camino. Esta mañana (por la del viernes) he tenido un par de reuniones con empresarios; la gente viene aquí agobiada, está sin cartera de pedidos y con un problema generalizado y acuciante de financiación.

-¿Viene otra oleada de cierres empresariales?

-Estamos en recesión en toda España y en la zona euro, y el Gobierno ya ha estimado que se perderán 600.000 empleos más y con ellos se irán empresas a pique. Fíjese en la asturiana Dirsa: no pudo con ella ni la Guerra Civil y está en liquidación. Estamos en situación límite.

-Y sin Gobierno estable en Asturias...

-A la situación general se añade la inestabilidad política. Tenemos un Gobierno en funciones, un presupuesto prorrogado y estamos a la expectativa de las negociaciones políticas.

-¿Hacia dónde nos llevan?

-No lo sé. La gente está un poco harta de la clase política, como se ha plasmado en la abstención en las últimas elecciones. Esta incertidumbre hay que despejarla cuanto primero mejor. Uno les pide a los políticos altura de miras para acelerar los plazos y que se constituya a la mayor brevedad un Gobierno estable y fuerte. Sea con mayorías parlamentarias, con acuerdos puntuales o mediante un Gobierno de concentración si fuera necesario.

-Mójese: ¿ese Gobierno debe liderarlo el PSOE con Javier Fernández o la derecha con Francisco Álvarez-Cascos?

-Ahí no entro. Lo que necesitamos es sensatez y responsabilidad, y que el Gobierno que sea tenga claro lo que tiene que hacer, aunque el margen de maniobra es reducido. Creo que el nuevo Gobierno debe apostar a tope por la actividad empresarial, verdadero motor del empleo; ayudar hasta donde pueda a complementar la financiación de las empresas, abogar por la internacionaliación de la economía, racionalizar el gasto, ser exigente con el cumplimiento de las inversiones que dependen de la nación... Creo que este programa lo suscribiría cualquier ciudadano.

-¿Los partidos asturianos lo tienen claro?

-No lo sé, pero yo sí.

-No hay Presupuestos regionales y será difícil que los haya este año. ¿Consecuencias?

-El Principado está sin cuentas, y, ojo, con un déficit -3,64% del PIB a finales de 2011- que supera el límite exigido (1,5%), mientras se anuncia que las autonomías incumplidoras pueden ser intervenidas. Además de la crisis generalizada, estamos sin Gobierno y sin Parlamento. Es una anomalía. Llevamos un año perdido y hay que poner fin a esto.

-La región está muy cerca de los 100.000 parados, pero en marzo la escalada del desempleo se frenó, se quedó en un aumento de 35 personas. ¿Una señal de algo o mero espejismo?

-Ojalá hayamos tocado suelo, pero no soy optimista por ese dato.

-Asturias sí parece haber sorteado por ahora el riesgo de cierres de Arcelor en Gijón...

-Cuidadito con el tema de Arcelor, porque estamos ante otro asunto peligrosísimo: las tarifas portuarias de El Musel. Aumentarlas un 30% como se plantea tendría gran impacto en los costes de Arcelor y puede poner en riesgo la localización de las factorías en Asturias. Es un peligro terrible, nos está preocupando muchísimo en FADE. Antes ya había puertos cercanos con tarifas más bajas, si ahora añadimos ese incremento... Quiero dar la señal de alarma, porque era lo que nos faltaba, que pudiera cuestionarse ahora la implantación de Arcelor por este motivo.

-La Autoridad Portuaria culpa a los anteriores gestores y el Estado impone la subida debido a la obligación de amortizar las obras de ampliación. ¿Quién arregla esto?

-Hay que hacer lo que sea necesario por parte del Gobierno asturiano y del de España. No se aguanta una subida del 30% en las tasas portuarias, por much a justificación contable de la que se hable.

-En España se ha presentado de nuevo el fantasma de la intervención, a los cien días del Gobierno de Rajoy...

-España tiene dos problemas capitales: la necesidad de hacer ajustes y la falta de crecimiento. Y esa falta de crecimiento genera la desconfianza fuera. Hay que compaginar el so y el arre: la racionalidad en el gasto y el ajuste, por un lado, y algo para que haya un mínimo de estímulo que permita iniciar la senda del crecimiento. Alemania y el resto de los países deberían echar una mano, flexibilizar los criterios de déficit para aquellos países que estamos haciendo los deberes, las reformas. Europa se equivoca si nos ahoga. Si a nosotros no nos va bien lastraremos el crecimiento del resto. Europa también debería ayudarnos a aliviar el importe de la carga financiera que tenemos en España.

-¿No ha dado estos días el Gobierno signos de improvisación y descoordinación, justo lo que se le reprochaba a Zapatero?

-Es malo que se diga ahora uno y luego otro. También se debió acelerar la elaboración de los Presupuestos. Fue una irresponsabilidad del anterior Gobierno no impulsarlos antes de las elecciones y tampoco fue bueno que los demorara el actual.

-El proyecto de Presupuestos suspendió la prueba de los mercados y la amnistía fiscal atiza el descontento social...

-En principio la amnistía fiscal no suena bien, pero a ver qué éxito tiene. Como hay que arañar y no se sabe de dónde, el Gobierno va a ver qué ingresos pilla por ese lado. El margen de maniobra para hacer los Presupuestos es muy reducido. Tocar, por ejemplo, las infraestructuras es peligroso porque son las que primero y más rápidamente pueden crear actividad y empleo.

-Asturias no está entre los más damnificados por el recorte inversor: llegarán 506 millones, 50 menos que en 2011.

-No salimos tan mal parados como otros, pero también digo lo siguiente: hay autonomías que salen mejor, como el País Vasco, aunque tiene menor desempleo y más crecimiento. Y hay quien disfruta de las infraestructuras convenientes desde hace años, mientras aquí seguimos sin completar la Autovía, con el AVE a medias y el aeropuerto como está. Les toca esperar a otros.

-¿Hay que poner el copago sanitario y recortar universidades?

-Contesto por el libro: defiendo sin tapujos la sanidad y la educación públicas y las práctico, pero me preocupa su sostenibilidad. Hace ocho años ya decía que debíamos ser conscientes de la sanidad que podíamos pagar. Mantenimiento de lo público, sí, pero con la mayor eficiencia. Decir cómo hacerlo corresponde a los políticos.

-¿Usted recortaría las prestaciones de paro?

-Ojalá no haya que hacerlo, pero la mejor garantía es que haya empleo. Al que lo necesite, que no le falta de nada, pero debemos concienciarnos de que no caben engaños. Hay que ser eficaces con todo el gasto público. Por ejemplo, no sé cuantos hospitales debe tener Asturias, pero sí sé que hay uno nuevo en Oviedo y otro más en Mieres, a veinte kilómetros, y ambos están sin inaugurar.

-La reforma laboral ha costado una huelga general y los sindicatos sostienen que pone en manos de los empresarios un arma de destrucción masiva de empleo...

-La huelga estaba descontada políticamente por el Gobierno. Me atrevo a decir que si esta reforma laboral hubiera sido elaborada hace dos años por el anterior Ejecutivo no se habría destruido tanto empleo en este tiempo. Y digo también: estamos en recesión y eso genera más paro, pero con esta reforma se va a atenuar la destrucción de trabajo.

-¿Abaratando el despido?

-Esta no es la reforma del despido, sino de la flexibilidad. Una empresa podrá repartir la carga de trabajo en lugar de echar a diez.

-El crédito no llega pese a las reformas financieras.

-Está tardando mucho. Pero hagamos un poco de historia. Primero, el anterior presidente del Gobierno decía que teníamos el mejor sistema financiero del mundo, luego los acontecimientos demostraron que no era así; alguien se olvidaba de que la mitad del sector estaba en manos de las cajas, con muchos problemas, una altísima concentración de riesgos en el sector inmobiliario y a menudo gobernadas con criterios políticos. Se produjo una primera oleada de fusiones y ahora tiene que llegar otra de saneamiento. Y todavía no ha terminado. De una puñetera vez hay que acabar con esto, sanear lo que haya que sanear, aflorar lo que tenga que ser y dotar lo que se tenga que dotar. ¿Qué hicieron en Estados Unidos?

-Inyectar mucho dinero público, ¿debería hacerlo España?

-Tal vez haya que recurrir al apoyo de la Unión Europea para eso. Mientras los bancos estén mirándose al ombligo, pendientes de sus propias necesidades, mal van a ir las cosas.

-¿Cómo les va con el crédito a los empresarios asturianos?

-Están comprometiendo los patrimonios particulares para que sobrevivan las empresas. Los bancos dicen: «Te doy, pero sólo si hipotecas tu casa». Nadie habla de ese tema.