Oviedo, Javier CUARTAS

Ramón Colao Caicoya (Grado, 14 de enero de 1929), presidente de Duro Felguera entre 1994 y 2003 y hasta ayer presidente de honor de la compañía, directivo y gestor empresarial en el sector público y en el privado, que ejerció su vida profesional durante 51 años en la siderurgia, el petróleo y la petroquímica, el sector inmobilario y la gran banca (fue consejero del Banco Central Hispano), entre otros sectores, pasará a la historia como el dirigente que reflotó al histórico grupo industrial asturiano fundado por Pedro Duro tras una de las mayores crisis societarias por las que atravesó este conglomerado en 155 años de historia.

Colao restableció en 1995 la rentabilidad de Duro, que había acumulado pérdidas por valor 66,4 millones de euros en los tres ejercicios precedentes; recuperó el pago de dividendos, puso fin al enconado conflicto laboral del taller de Barros y al larguísimo encierro de trabajadores en la torre de la catedral de Oviedo, reorientó el negocio hacia los proyectos «llave en mano» y de mayor valor añadido -siguiendo la opción estratégica que ya había esbozado su predecesor, Javier Ruiz-Ogarrio-, impulsó la internacionalización de la compañía y afrontó y resolvió una grave crisis societaria a causa de la orfandad accionarial del grupo.

Colao desempeñó la presidencia de un grupo tan relevante en la industria española y ya entonces con casi un siglo de permanencia continua en la Bolsa (un hito casi sin parangón) sin accionistas de referencia una vez que se produjo la desinversión del Banco Central Hispano en 1992 (que había heredado la histórica participación del Urquijo y luego del Hispano) y la posterior marcha, en 1997, del grupo alemán Metallgesellschaft.

Con la propiedad accionarial muy atomizada, sin respaldo por vez primera en la historia de un gran banco o un gran grupo inversor comprometido con el futuro de Duro y expuesto por la debilidad del capital en manos del consejo al riesgo de una opa hostil con fines especulativos y de «tiburoneo», Colao, con la colaboración del Gobierno asturiano, emprendió una tenaz campaña de proselitismo para captar inversores asturianos.

Antes de que lo hubiera logrado (con la entrada en 2000 de los grupos Imasa, TSK, Melca y el fortalecimiento de la presencia de la familia Álvarez Arrojo, y la posterior incorporación en 2002 de Vegasol), Colao, con el apoyo de un accionista entonces minoritario y hoy socio mayoritario (Gonzalo Álvarez Arrojo), y la posición residual que aún conservaban HC (2%), Cajastur (2%) y la familia Figaredo (0,1%), plantó cara a una ofensiva hostil de fondos de inversión y de pensiones nacionales e internacionales, que llegaron a sumar el 35% de las acciones, y que no tenían vocación de permanencia sino urgencia en desinvertir si no se les garantizaban resultados con inmediatez.

Aquel choque entre quienes desde el consejo planteaban una estrategia a medio plazo apoyada en los valores potenciales de la compañía y quienes precisaban resultados a corto abrió una crisis adicional y una fractura en las juntas generales.

Colao, muy combatido, no cejó: impuso su plan y reflotó la compañía, que hoy acumula una de las mayores revalorizaciones de la Bolsa española en el último decenio. En 2003, y de acuerdo con el consejo, cedió la presidencia a Juan Carlos Torres Inclán, el directivo que había expansionado el negocio energético, y al que en 2011 sucedió Ángel Antonio del Valle, miembro de la dinastía Arrojo y consejero delegado desde 2009. Todos los grupos accionariales incorporados en la etapa de Colao continúan en el capital (salvo Imasa) y el consejo controla el 62% de las acciones. El grupo es hoy aún más internacional y está afrontando la mayor crisis económica en 70 años con beneficios, contratos y liquidez.

El gestor que dio el vuelco a una situación que había llegado a ser dramática había estudiado en el Instituto Carreño Miranda y en el Colegio San Fernando, de Avilés, en cuya calle de Galiana había transcurrido su infancia. Inició estudios de Derecho y Graduado Social en la Universidad de Oviedo, que abandonó cuando, a raíz de su matrimonio en 1951, con 22 años, logró empleo en 1952 en la naciente Ensidesa, que en ese momento estaba erigiendo la factoría siderúrgica al otro lado de la ría avilesina. En 1958 fue elegido enlace en las primeras elecciones al jurado de empresa del Sindicato Vertical en Ensidesa y culminó sus estudios universitarios al tiempo que se incorporó al departamento de personal de la siderúrgica estatal, del que llegó a ser adjunto a la jefatura cuando la empresa tenía 26.000 empleos.

En 1970 abandonó Ensidesa, filial del INI, en busca de promoción profesional y asumió la dirección de relaciones industriales de Río Gulf de Petróleos (1970-1974), participada por Explosivos Río Tinto y Gulf Oil. Luego fue director de personal de la Banca March (1974-1975) y volvió al INI, donde, merced a su anterior experiencia en el sector petrolero, participó en la creación de Enpetrol, de la que fue subdirector general (1976-1985), mediante la fusión de Encaso, Repesa y Entasa, compañías dominadas por el INI pero con participación las dos últimas de Chevron y Texaco. El INI lo designó más tarde como adjunto al presidente de la petrolera Petrolíber, participada por el Estado, la familia asturiana Fierro y Marathon Oil.

Su vuelta a la banca se produjo por la llamada de los ex dirigentes del INI que, como Claudio Boada y José María Amusátegui, se habían hecho cargo de la gestión del Banco Hispano Americano tras la crisis sufrida por esta entidad. Colao fue director general del Hispano entre 1985 y 1993 y desde esta posición asumió sucesivas responsabilidades en empresas participadas por el banco: fue presidente de Petrolífera Ducar (entonces filial de Duro) y consejero de Duro, Banco Urquijo Unión, Alcuda, Paular, Hispamer, Servicios Auxiliares de Puertos y Vallehermoso. Tras la fusión del Hispano y el Central pasó a ser consejero del Banco Central Hispano hasta su absorción por el Santander.

Colao fue vicepresidente de FADE y presidió la Fundación Escuela de Negocios de Asturias (FENA).