Oviedo, Marian MARTÍNEZ

José Ignacio Goirigolzarri tomará hoy el bastón de mando de Bankia, con el reto, y el mandato, de limpiar, sanear, hacer eficiente y rentable la cuarta entidad financiera del país. Retorna así al mundo de la banca, al que dedicó tres décadas de vida profesional en el BBVA. Pero quizás ahora, aprovechando su posición y cuando la tormenta haya amainado, pueda impulsar sus dos pasiones desconocidas y en las que se ha volcado desde que se prejubiló en 2009: la tecnología y la emprendiduría. La economía española necesita ambas, y éstas necesitan apoyo económico, que ahora no hay y que nadie se atreve a vaticinar cuándo lo habrá.

Tras su salida del BBVA, Goirigolzarri puso en marcha la Fundación Garum, cuyo objetivo es impulsar el desarrollo empresarial. Y también una red social, Bazar, dedicada en exclusiva a los emprendedores de España y Latinoamérica. La falta de crédito ha hecho que este banquero, definido por quienes le conocen como cercano y muy inteligente, haya financiado algunos proyectos de su bolsillo -se prejubiló del BBVA con tres millones de euros brutos de pensión al año-.

Su retiro de la banca no supuso el abandono del seguimiento de la actualidad. Y más en un momento convulso como el que atraviesa el sistema financiero español. Por eso, en su blog no pudo resistir la tentación de escribir un artículo para explicar, precisamente, cuál debe ser el objetivo de la reforma financiera. «Debemos recordar que la crisis que estamos viviendo es, ante todo, una crisis de sobreendeudamiento. Sabemos, por los trabajos históricos, que este tipo de crisis es el tipo de crisis más larga y penosa. Y esto es así porque, para su salida, exige un fuerte proceso de desapalancamiento hasta encontrar un nuevo punto de equilibrio a partir del cual pueda empujarse de nuevo el crecimiento», escribió Goirigolzarri.

Este economista, nacido en Bilbao hace 58 años, advierte ya en su blog de que «concluir la reforma del sistema financiero de nuestro país no va a traer un crecimiento del crédito, por mucho que se proclame desde todas las instancias». Por ello, propone tres objetivos «más realistas». El primero debe ser el fortalecimiento de las entidades financieras. Para ello, y como ya han defendido otros economistas, deben aflorar las pérdidas y aumentar el capital. Y también se debe fortalecer la gestión, para lo que es necesario asegurar «la existencia de un "governance" y un equipo de gestión profesionalizado». Es decir, los políticos deben abandonar las cúpulas de bancos y cajas, y ser sustituidos por profesionales del sector, como ha ocurrido al final con Rodrigo Rato y con él en Bankia.

Goirigolzarri aboga también por la eficiencia del crédito. Mantiene que si existe una valoración correcta de los activos y su correspondiente capitalización, se liberarán fondos y capacidad de préstamo, que se podrían destinar «a empresas viables y con futuro», un «requisito necesario para poder acompañar el crecimiento económico» cuando llegue. El tercer objetivo irrenunciable debe ser la reducción del pasivo para dar mayor credibilidad al sistema.

Ahora podrá buscar la fórmula para conjugar pasiones y objetivos.