Oviedo, L. GANCEDO

Los costes energéticos juegan a favor de Marsella, si llega el caso -temido por la dirección asturiana de Arcelor y por los representantes de la plantilla- de que la multinacional tome la decisión de cerrar uno de sus altos hornos en la zona sur de Europa. Francia brinda a la industria precios mucho más competitivos que España, donde el Ministerio de Industria intenta desde hace meses casar los números e intereses de una reforma energética que no acaba de alumbrar.

Si bien los precios exactos dependen de los contratos entre las empresas consumidoras y las eléctricas de cada país, el coste medio del kilovatio para la industria es en Francia un 43% más barato que en España. Lo refleja una información que acaba de divulgar la oficina de información estadística de la UE (Eurostat): el kilovatio para consumo industrial cuesta de media en España 0,116 euros, frente a los 0,081 del caso francés.

Con independencia de las singularidades regulatorias de cada mercado, la principal diferencia entre el modelo eléctrico galo y el español está en la composición de su dieta energética, nuclear en un 80%. La Administración francesa intenta aliviar esa dependencia de la electricidad atómica, que le reporta precios competitivos pero que está en entredicho tras el desastre de la central japonesa de Fukushima.

El modelo español tiene una alta penetración de energías renovables, lo que atenúa la dependencia de los combustibles fósiles, pero lastra los precios. El sistema de tarifa arrastra un déficit de 24.000 millones, una carga que pesa sobre la factura actual y futura de hogares y empresas.