Oviedo, J. C.

El ex presidente de BFA y Bankia y militante del PP Rodrigo Rato, aún presidente de Caja Madrid, disiente de la solución adoptada por el Gobierno de Mariano Rajoy para sanear y reflotar el cuarto grupo financiero español. En un escrito de tres folios que Rato entregó a los consejeros de la caja madrileña (principal accionista del banco BFA, matriz de Bankia) y que ayer fue desvelado, censura que el saneamiento de la entidad se vaya a realizar «a costa» del erario público mediante «una inyección brutal de fondos» (más de 23.000 millones) y que vaya a causar un «grave perjuicio» a los accionistas de Bankia. Los inversores, apunta, no sólo están soportando una «enorme caída» del valor en Bolsa de Bankia, sino que van a sufrir, además, el «efecto dilutivo» de sus participaciones a consecuencia de la macroampliación de capital que va a realizar el Estado para nacionalizar la entidad y sanearla.

El ex ministro y ex vicepresidente económico de Aznar y ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) discrepa, además, de los criterios valorativos y contables que se han utilizado por parte de los nuevos gestores con la anuencia del Ministerio de Economía para evaluar las necesidades de recapitalización: juzga, así, «sorprendente» que se hayan provisionado los créditos fiscales de que podría beneficiarse Bankia por si no pudieran llegar a utilizarse y también rechaza que activos propiedad de BFA-Bankia que no está previsto enajenar se hayan contabilizado en el balance al valor actual del mercado, y, por tanto, con fuertes depreciaciones.

«El plan de recapitalización es magnífico para Bankia y para su nuevo equipo gestor, pues dota las posibles pérdidas futuras derivadas de inversiones inmobiliarias excesivas en el pasado», sostiene Rato en su escrito. A su juicio, «el plan de recapitalización va a dejar el grupo en una magnífica situación financiera», porque el agujero de 23.465 millones estimado por los nuevos gestores obedece, opina, a «provisiones contables» por «posibles pérdidas futuras» y «no de pérdidas reales ya producidas con salida de caja».

De este modo, Rato, que preside Caja Madrid desde enero de 2010, que lideró la macrofusión de esta entidad con Bancaja, Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja en marzo de 2011 para formar el grupo BFA-Bankia y que sacó Bankia a Bolsa ese mismo año, se desliga de responsabilidades por los fortísimos compromisos inmobiliarios acumulados fundamentalmente por Bancaja y en menor medida por Caja Madrid, por la existencia de un supuesto agujero (que atribuye a un exceso de cautela en las provisiones de pérdidas o depreciaciones potenciales en el valor de los activos) y por el afloramiento de supuestos resultados negativos del pasado ejercicio que habrían sido ocultados.

«Se ha destacado mucho que frente a una previsión inicial de un beneficio de 300 millones de euros, el resultado que se va a someter a la aprobación de la junta general» de accionistas «es de unos 3.000 millones de euros de pérdidas». «Este cambio», asevera Rato, «es sólo consecuencia de unas provisiones adicionales» por valor de 4.000 millones «que se efectúan con cargo al ejercicio de 2011» y «exigidas por el deterioro del mercado inmobiliario y crediticio producido después del cierre de 31 de diciembre de 2011, según afirmación del auditor».

Acosado por peticiones de comparecencia ante el Parlamento para dar cuenta de su gestión y por acciones incipientes de afectados que están considerando acudir a los tribunales, el ex ministro proclama que «al igual que sucede con el plan de recapitalización», el afloramiento de pérdidas milmillonarias en un ejercicio en el que BFA-Bankia declaró ganancias no obedece a «unas pérdidas reales ya producidas con salida de caja, sino que es una pérdida contable por posibles pérdidas futuras».

Rato sostiene que con el salvamento de BFA que ha diseñado el nuevo presidente y gestor, José Ignacio Goirigolzarri, y que el Gobierno se apresta a ejecutar, este grupo bancario va a rebasar en 15.000 millones las provisiones que ha impuesto el Gobierno al sistema financiero nacional, incluidas las dictadas en los decretos de febrero y mayo. Esto significa, afirma Rato, que Bankia va a tener una cobertura de préstamos hipotecarios del 50%, el más elevado de todas entidades españolas y probablemente «del mundo», pero «a costa de sus actuales accionistas» y con posibles «consecuencias negativas para el resto del sector».