Berlín, Agencias

La Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), los socios del Gobierno de Angela Merkel, ha sugerido a Grecia que comience a utilizar el dracma para pagar los sueldos de los funcionarios y las pensiones de los jubilados, para encaminar, así, un «retorno suave» a la antigua moneda, en vistas a su posible salida del euro. Así lo ha propuesto el secretario general de la CSU, Alexander Dobrindt, con carácter de urgencia, en una entrevista concedida al diario germano «Welt am Sonntag». «El camino de un retorno suave a la antigua moneda en Grecia es mejor que un cambio brusco», indicó, «como una moneda paralela, el dracma ofrece la oportunidad de revertir en un mayor crecimiento económico».

También el ministro alemán de Economía, Philipp Rösler, aseguró que un abandono de Grecia de la zona euro «ya no es improbable», y añadió que tal posibilidad ha dejado de «causar espanto». «Para mí, un abandono de Grecia del euro dejó hace tiempo de dar miedo», apunta el ministro y líder del Partido Liberal (FDP). Hay que esperar al informe de la «troika» -Comisión Europea (CE), Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)- para conocer la situación, prosigue el ministro, para añadir que, personalmente, es «más que escéptico» sobre la posibilidad de que Atenas pueda cumplir los compromisos adquiridos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido a la Unión Europea de que su paciencia con Grecia llega a su fin y de que no está dispuesto a aportar fondos adicionales para ayudar al país heleno, lo que podría suponer su quiebra en el mes de septiembre, según informa la revista alemana «Der Spiegel».

En concreto, el organismo dirigido por Christine Lagarde se podría estar planteando detener su participación en un mayor apoyo a Grecia, al considerar que Atenas no estará en disposición de cumplir los compromisos adquiridos, entre ellos, rebajar al 12% de su producto interior bruto (PIB) su nivel de endeudamiento hasta 2020.

Por otro lado, la «troika» iniciará hoy la segunda vuelta de contactos en Chipre para negociar con su Gobierno el programa de asistencia financiera y establecer el monto de ayuda que necesitará el país para conseguir esquivar la bancarrota.