La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, advirtió de que, pese al "progreso real" en la reforma del sistema financiero mundial, el sector financiero "aún no es más seguro" que cuando comenzó la crisis.

"Desgraciadamente, la energía para aplicar las reformas que han sido aprobadas, así como otras reformas necesitadas, está decayendo", dijo la directora gerente del FMI en un discurso en el Peterson Institute en Washington a pocos días de las reuniones anuales en Tokio del FMI y el Banco Mundial.

Lagarde señaló que la economía global sigue "cargada de incertidumbre", aunque alabó las últimas medidas tomadas en la "dirección adecuada".

Entre ellas, destacó las recientes políticas de estímulo monetario adoptadas por los bancos centrales de Europa, EE.UU. y Japón como "grandes señales políticas".

No obstante, afirmó que ahora es el momento de que las autoridades políticas pongan "en marcha los compromisos políticos asumidos".

"En este aspecto", dijo, "todavía hay un gran camino por recorrer".

Lagarde mencionó que la incertidumbre global se centra en si los líderes políticos "podrán y harán cumplir sus promesas".

Como principales preocupaciones citó "la creciente divergencia en los resultados económicos en Europa y la tibia recuperación en Estados Unidos".

Destacó que las recientes medidas anunciadas en la zona euro, como la recapitalización del sector bancario español y el programa de compra de bonos por parte del Banco Central Europeo (BCE), "han animado a los mercados".

"Pero ahora lo que quieren ver (los mercados) es una aplicación coordinada, múltiples jugadores jugando el mismo juego", subrayó, al referirse a los avances requeridos hacia la unión fiscal y bancaria en Europa que rompa el círculo vicioso entre "bancos y deuda soberana".

Reiteró, asimismo, la importancia de mantener "el énfasis no solo en la austeridad sino también el crecimiento", ya que ambos "pueden ser reconciliados y no deben ser mutuamente excluyentes".

Sobre EE.UU., volvió a expresar su preocupación acerca del llamado "precipicio fiscal", al que se avecina el país si antes de finales de año el Congreso no evita una fuerte subida de los impuestos acompañada de recortes automáticos en el gasto.

El efecto combinado de ambas medidas podría suponer una reducción del PIB de cerca de 2 puntos porcentuales.