Oviedo, L. GANCEDO

La respuesta de los ciudadanos ante las movilizaciones del 14 de noviembre certificaron el malestar de una parte notable de la sociedad española con las políticas de austeridad que aplica el Gobierno de Mariano Rajoy e impone Europa por indicación de Alemania. Las multitudinarias manifestaciones de la tarde de ayer, con una participación históricamente alta en Oviedo y en otras ciudades del país, retrataron ese malestar. Lo hicieron de manera más enérgica que la respuesta a la tercera huelga general convocada durante esta crisis y la segunda en menos de un año contra el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Varios indicadores, incluidos los datos de los propios sindicatos, señalan que el paro tuvo un seguimiento más discreto que otros anteriores. También en Asturias, que no obstante volvió a mostrarse como la región donde los llamamientos de los sindicatos encuentran mayor eco.

El balance del paro general enfrentó como en ocasiones precedentes a los sindicatos convocantes -UGT, CC OO y USO, con el respaldo de la llamada «Cumbre Social»- con el Gobierno y las organizaciones patronales. El Ejecutivo, que canalizó la información al público a través del Ministerio del Interior, no entró directamente en una guerra de cifras, pero transmitió desde primeras horas mensajes hablando de «normalidad» en varios sectores y calificando como «puntuales» acontecimientos como la práctica paralización de las fábricas de coches, generalmente un termómetro del alcance las movilizacione en la industria española.

Los sindicatos airearon también desde primeras horas números que indicaban un seguimiento masivo en casi todos los sectores y casi todas las comunidades autónomas. Según sus cuentas, secundaron el paro casi 9,2 millones de trabajadores, el 77% de los convocados sin contar a los afectados por servicios mínimos. Es un dato en las antípodas de los divulgados por la patronal CEOE, que cifró el alcance de la huelga en poco más del 12%.

Aunque no sin conflicto, el consumo de electricidad volvió a ser utilizado como referencia para evaluar los efectos del 14-N. Red Eléctrica de España (REE) señaló que la demanda fue el 12,7% inferior a lo normal, cuando en la huelga del 29 de marzo tal descenso había llegado al 16,3%. Los sindicatos cuestionaron la fiabilidad de esos resultados, aunque sus propios datos sobre participación señalan un descenso en relación a la movilización general del 29-M. Ocurrió con las cuentas para Asturias: UGT, CC OO y USO estimaron un seguimiento del 85%, cuando en ese protesta anterior habían hablado del 89%.

En todo caso, los sindicatos volvieron a situar a Asturias, junto a Galicia, como la región donde mayor fue la respuesta de los trabajadores al 14-N. Y la Federación Asturiana de Empresarios (FADE) asumió como «una mala noticia» que la incidencia de la movilización fuera efectivamente superior a la media del país. Aunque el impacto también fue desigual puertas adentro del Principado. La huelga paralizó la gran industria y las empresas de los principales polígonos. El comercio y la hostelería cerraron casi por completo en territorios como las comarcas mineras, pero no en otros como Oviedo y Siero, y el personal de la Administración pública, directamente afectado por los recortes, acudió a trabajar en mayor proporción que las plantilla del resto de sectores, salvo la banca.

Dentro y fuera de Asturias, el 14-N se había saldado con escasos incidentes hasta que anoche la tensión subió con disturbios en Madrid y Barcelona que continuaban al cierre de estas páginas. El balance provisional de detenidos (142 en todo el país) y de heridos (74) era hasta ese momento inferior al registrado el 29 de marzo. Terminada la manifestación madrileña, unas dos mil personas convocadas por el movimiento 15-M se disponían a protagonizar una vigilia en las cercanías del Congreso de los Diputados.

En el interior de la Cámara, los diputados completaron su parte de la tramitación del proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado, donde se plasman los criterios de austeridad que llevaron a los sindicatos a convocar el 14-N. Las cuentas, aprobadas por el PP con las únicas seis enmiendas de la oposición que aceptó, obedecen a una estrategia de política económica que, según dejo ver el ministro de Economía, Luis de Guindos, no va a cambiar tras la huelga y las manifestaciones de ayer. «Somos conscientes de las dificultades, pero esta es la única salida para dejar atrás una crisis larga, que dura ya cinco años, y garantizar el futuro del estado de bienestar», dijo de Guindos.

Desde Berlín, la canciller alemana, Ángela Merkel, se mostró también firme en la austeridad tras una jornada de protestas en todos los países del sur europeo. «El derecho de huelga se da por consabido; la obligación de los gobiernos es hacer lo debido, aplicando duras medidas y recortes», sentenció.