Oviedo / Avilés,

F. L. J. / J. L. S.

La patronal asturiana de los concesionarios y talleres de coches, Aspa, aceptó ayer retomar hoy las reuniones con los sindicatos para tratar de llegar a un acuerdo sobre el nuevo convenio colectivo para el sector para los próximos tres años. La llamada se produjo en la segunda jornada de huelga del sector que dejó un cierre de casi el cien por cien de los grandes concesionarios, aunque la incidencia sobre los pequeños talleres fue mucho más moderada, y minutos antes de que unos trescientos trabajadores del sector iniciaran una protesta frente a la sede de la patronal en Oviedo.

El presidente de ASPA, Rogelio Cuesta, aseguró que en las negociaciones de hoy no podrán ofrecer nada diferente a lo que vienen dando ya que están sujetos a la asamblea empresarial que se celebró hace unas semanas y en las que se acordó ofrecer una ampliación de jornada hasta las 38,5 horas semanales (ahora mismo está en 35), los sindicatos solo admiten un incremento hasta las 37,5 horas, una línea roja que los sindicatos aseguran que no cruzarán. El pago de estas horas está también en cuestión. La patronal asegura que no las abonará hasta el año que viene y los sindicatos exigen su pago inmediato. De no haber un acuerdo el próximo martes y miércoles se volvería a la huelga.

El secretario general de la Federación de Metal Construcciones y Afines (MCA) de UGT, Eduardo Donaire, aseguró ayer que su sindicato va a interponer una demanda judicial contra el convenio de García Rodríguez Hermanos, la empresa del anterior presidente de la patronal regional (que abandonó su cargo hace una semana), Manuel García Arenas. En el acuerdo se recogía un aumento de la jornada para los trabajadores del grupo que llegaba a las 40 semanales.

El gerente del taller avilesino Remasal, José Ignacio Muñiz Arce, criticó la actuación de un grupo de piquetes que ayer le obligaron a cerrar. Arce trató de hacer ver a los miembros del piquete que la condición de sociedad laboral de Remasal requería de un tratamiento diferenciado. Por la condición de afiliados a la UGT de muchos de los socios, la dirección telefoneó a la unión comarcal de Avilés para avisar de lo ocurrido «pero no hubo ánimo alguno de aclarar la situación e incluso cuando anunciamos de que nos daríamos de baja del sindicato a la vista de semejante actitud, la respuesta del interlocutor fue que le daba igual».