Pedro Astals veía en la sociedad agraria un obstáculo adicional para la expansión de Capsa por el empeño de Clas de obtener de su filial fabril las mayores rentas posibles antes de resultados mediante el alquiler de marca y el precio de la leche, y en perjuicio de los otros accionistas (Bongrain, Liberbank y Caja Rural de Asturias). Esta acusación y que Capsa no fuese agresivo en quesos (principal negocio de Bongrain) alimentó los reproches de los críticos de Clas con la gestión de Astals desde 1997 y generó tensión entre accionistas. En 2008 Bongrain lanzó un órdago a Clas: se brindó a venderle sus acciones.

La correlación de fuerzas se invirtió en contra del primer ejecutivo cuando en 2008 varios sectores críticos y una parte de la tendencia oficial (afín a Astals y a Sáenz de Miera) unieron sus votos y desecharon por vez primera en una asamblea de Clas una propuesta emanada de la cúpula. Nunca antes las bases se habían rebelado contra un proyecto de la superioridad. La derrota del plan de Astals para convertir Clas en una sociedad capitalista fue el principio del fin de su liderazgo ejecutivo.

Aquella propuesta, que trataba de remover la capacidad de veto de Clas a los proyectos expansionistas de Capsa, fue un catalizador y facilitó el pacto de reconciliación del sector oficial, los críticos de AIG-Clas y algún miembro de la «tercera vía». Ese pacto, de 2009, llevaba implícita la remoción de Astals.

Desde entonces las tensiones entre Clas y la dirección de Capsa fueron crecientes. Clas empezó a ser un socio activo y no pasivo. Reclamó su condición de matriz del grupo. Modificó para ello su imagen corporativa. Empezó a incorporar socios para fortalecerse tras años sin dar entrada a nuevos ganaderos y amplió su ámbito social a otras regiones. Cambió estatutos para eludir la supuesta causa de ilegalidad aducida por Astals al promover su transformación en sociedad limitada. E impuso a Capsa un contrato de arrendamiento de su marca Central Lechera por un precio muy superior, que generó el malestar de otros socios y un recurso judicial de Bongrain. Un pleito de socios pasivos contra Clas alimentó la animosidad contra Astals, y el escaso resultado del «proyecto Apolo» (en el que se han invertido 30 de los 100 millones previstos) agravó la inquietud en Clas.

Fue una videconferencia de Astals en noviembre de 2012 con los trabajadores de las plantas de Capsa en España, en la que censuró al mayor accionista por imponer el nuevo contrato de marca, lo que determinó su cese. Astals ya había desautorizado otras veces a su accionista (Clas). El 15 de julio de 2007 dijo: «No tienen un proyecto, sólo un montón de ocurrencias». Entonces nada ocurrió, pero en 2007 la mayoría en Clas era otra. En 2013 su segundo intento de fusión con Pascual estaba desactivado de antemano.