Para comprender el mercado de trabajo es necesario separar sus ingredientes, sus partes. Es preciso explicar claramente y con sumo cuidado la información que aporta la encuesta de población activa (EPA). Es de todos sabido que la tasa de desempleo en nuestro país no ha parado de aumentar a un ritmo vertiginoso desde 2007. En cinco años hemos pasado de menos de dos millones de desempleados a casi seis.

Para que una persona sea calificada como desempleada en la encuesta de población activa tiene que cumplir tres requisitos: no tener empleo, estar disponible para trabajar y buscar activamente empleo.

A partir de esta definición, podemos deducir que el número de desempleados puede aumentar bien porque haya destrucción de empleo -ocupados que pierden su empleo y pasan a ser parados- o bien porque aumente la población activa, es decir, porque personas que no buscaban activamente empleo empiecen a hacerlo. Esto es lo que en economía laboral se denomina «efecto del trabajador añadido», siendo habitual en el caso de mujeres que ante circunstancias familiares difíciles (pérdida de empleo de la persona de referencia en la familia o riesgo de perderlo) deciden incorporarse al mercado de trabajo.

Hasta el cuarto trimestre de 2012, la población activa en España había estado aumentando. Por ejemplo, en 2008 se incrementó en más de 658.000 personas. De hecho, ésta fue la principal razón del aumento del desempleo en dicho año, puesto que la reducción del número de ocupados fue de 98.000 personas. Por tanto, el incremento del paro fue de 756.000 personas. El 87% de este aumento fue debido al incremento de la población activa.

Sin embargo, desde 2009, el ritmo de crecimiento de la población activa ha sido cada vez menor. Así, en 2012 ha disminuido en 52.000 personas. Aparece aquí el «efecto del trabajador desanimado», que supone el abandono de la actividad laboral por parte de personas que no tienen trabajo y que no creen que puedan encontrar un empleo.

En 2012 el aumento del desempleo fue muy similar al que se produjo en 2008 (770.000 personas), pero sus causas muy distintas. Si en 2008 decíamos que la razón principal era el aumento de la población activa, en 2012 lo es la destrucción de empleo, que superó las 820.000 personas. Es decir, la disminución del número de activos en este último año ha contribuido a que la tasa de paro no haya aumentado más.

En los próximos trimestres, si la población activa se sigue reduciendo, es posible que la tasa de desempleo disminuya. Sin embargo, quizá no sería una buena noticia, pues únicamente indicaría que las personas paradas están dejando de buscar empleo ante la falta de buenas perspectivas.

Por esta razón, más que centrar nuestros análisis en el desempleo deberíamos estudiar qué ocurre con la ocupación, pues los datos son muy claros: la destrucción de empleo en 2012 duplicó la de los dos años anteriores.

Contra los pesimistas sirve pensar, decir, escribir, dar vueltas a buenas ideas y escuchar. Contra los optimistas se impone la realidad.