El próximo mes de junio será clave para las dos principales patronales asturianas, que atraviesan por los momentos más complejos que se recuerdan desde hace décadas. Salvo sorpresas de última hora, sus dos líderes, Severino García Vigón, presidente de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), y Serafín Abilio Martínez, presidente de la patronal de la construcción, CAC-Asprocon, deberían presentar sus dimisiones, uno el día 5 y el otro a finales de mes.

Pero en el caso de la gran patronal asturiana, la FADE, los empresarios contienen el aliento: el silencio de Vigón sobre si finalmente presentará o no su dimisión, como le exigió el comité ejecutivo de la federación tras conocerse que la fiscalía le había denunciado por tres supuestos fraudes en el IVA, mantiene a la organización en vilo.

El líder de los empresarios de la construcción, por su parte, ya hizo efectiva su dimisión a la cúpula de CAC-Asprocon por tener sus empresas en concurso y la principal de ellas, Hormigones El Caleyo S. A., en liquidación. No se le aceptó, pero volverá a presentarla en junio para que la asamblea decida.

La situación de Severino García Vigón se presenta más compleja que la de Serafín Abilio Martínez. La querella por supuesto fraude contra el presidente de FADE provocó una fuerte tensión interna en la organización, que se calmó cuando Vigón se comprometió a presentar el próximo día 5 de junio su dimisión ante la junta directiva. Se trata de un órgano de dirección intermedio entre la asamblea y el comité ejecutivo; está integrado por 144 miembros y en ella los votos de las grandes compañías cuentan igual que el de las pequeñas.

En los últimos días Vigón ha conseguido llegar a un acuerdo con Repsol Butano para disolver el contrato que mantenía con Enastur, empresa distribuidora de la petrolera y meollo del conflicto. Y mantiene abiertas las negociaciones con la Agencia Tributaria para saldar la deuda fiscal que ha acumulado por un importe superior a 500.000 euros, que se atribuyó a discrepancias en la interpretación contractual con Repsol sobre la liquidación del impuesto del valor añadido.

¿Y qué pasa si Vigón soluciona su problema? ¿Debe entonces dimitir? La división en FADE está servida. Mientras unos creen que «por ética no puede seguir», otros consideran que no habría motivos para que dejase la presidencia cuando su mandato no expira hasta 2015. Con la primera tesis se alinean las grandes compañías, mientras que los pequeños empresarios se sitúan en la segunda, donde Vigón tiene una importante masa de apoyos, según distintas fuentes. Es más, en este grupo hay quien entiende que, aun en el caso de que se fuera, tendría que buscarse la fórmula para que saliera «con alfombra roja y por la puerta grande, después de todo lo que ha hecho por la patronal».

En todo caso, unos y otros se preparan y pergeñan el perfil del sucesor. Si bien todos coinciden en que debe ser un empresario, los hay que prefieren un «senior», con experiencia, con su negocio consolidado, que no dependa de contratos con la Administración, que tenga negocios en otros países y si es posible que hable idiomas. Esto le permitiría compaginar su labor profesional con la de presidente de FADE, por la que no cobraría salario. Además, se piensa en un empresario de perfil mediático bajo, lo que permitiría cambiar el modelo personalista que Severino García Vigón desarrolló durante casi 18 años al frente de la patronal.

Otros miembros de FADE prefieren, sin embargo, una figura joven, que tenga experiencia profesional pero sobre todo que conozca los mercados internacionales, las nuevas tendencias, que hable idiomas y que aporte un nuevo perfil más juvenil y dinámico a la organización. Que sea una muestra evidente del relevo generacional.

«Los procesos de sucesión siempre son duros y difíciles, y este se prevé que además sea complejo. Pero primero hay que esperar a ver qué pasa el día 5, cuando Severino diga qué va a hacer, porque hoy por hoy nadie lo sabe», aseguró una de las fuentes consultadas.

La situación de Serafín Abilio Martínez es otra. Sus empresas son víctimas de la debacle del sector de la construcción, y él puso en antecedentes tanto a la dirección de CAC-Asprocon como al conjunto de asociados en la asamblea del pasado diciembre. En ninguno de los dos casos se admitió su dimisión y nadie piensa hoy por hoy en su relevo, pese a que su presidente lleva en el cargo desde 1983.

La cúpula de CAC-Asprocon ha rebuscado en los estatutos de la organización hasta dar con la solución: la presidencia puede estar ocupada por alguien que no sea empresario. La condición que se impondrá será que no cobre salario. Esto permitiría a Serafín Abilio Martínez permanecer en el cargo y desarrollar el proyecto de internacionalización en Argelia. Pero el sí definitivo debe darlo la asamblea general que previsiblemente se celebrará a finales de junio.